
Artículos de Metapolítica
FERNANDO FUENZALIDA VOLLMAR (1936 – 2011)
Hoy 14 de Abril temprano en la mañana ha fallecido Fernando Fuenzalida mi maestro y mi amigo como lo puse en la dedicatoria de mi libro Pensando Peligrosamente hace ya varios años atrás . Ha muerto en paz tras una dura lucha contra la muerte y gracias a algunos buenos amigos ha podido tener ciertos reconocimientos en vida aunque quizá algo lejos de lo que correspondería a su estatus de haber sido uno de los grandes (para mí el más grande) intelectual peruano del siglo XX.
Obviamente su permanente incorrección política conspiró en torno a su marginación y olvido por parte del menudo “establishment” intelectual criollo. Sin embargo, para ser honestos fue objeto recientemente de una condecoración por parte del Gobierno Peruano (si de Alan García) gracias también a las gestiones de su colega y amigo Juan Ossio actual Ministro de Cultura.
En todo caso, si hubiese sido - como manda la moda hoy en día- , un liberal igualitario progresista y “humanista” un prohombre del “derecho humanismo” este fin de semana estaríamos aguardando innumerables notas elogiosas en muchos de los principales diarios de Lima o también esperaríamos incontables homenajes, pero no creo que nada de esto pueda ocurrir con Fernando.
Cuando lo conocí ya hace más de veinte años atrás en la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú ya Fernando estaba rodeada de una aurea magnética para cualquier joven que quisiera buscar un conocimiento distinto al que se impartían en las diferentes mallas curriculares de la Universidad. Se tejían también muchas leyendas sobre su vida, su activismo político en las juventudes comunistas - como mandaba la época- , sus estudios de egiptología en Polonia y de antropología social en Manchester, su afición por el “esoterismo” y la literatura fantástica, su vinculación con innumerables grupos religiosos (desde derviches hasta budistas pasando por la ortodoxia griega o el judaísmo cabalista).
Rápidamente hubo una enorme empatía e iniciamos una comunicación muy estrecha durante estos años de estudio y aprendizaje para mí y fue a través de él que empecé a conocer una serie de autores que más adelante alimentarían mis inclinaciones por la metapolítica, desde los grandes narradores del siglo XIX como Dostoyevski o Goethe, hasta los más relevantes teólogos políticos como Donoso Cortés y de Maistre, el gran Carl Schmitt o los enormes animadores de la revolución conservadora alemana de la primera mitad del siglo XX como Ernst Jünger y Oswald Spengler, sin dejar de lado a los maestros del tradicionalismo integral como el Barón Julius Evola y René Guénon, y por supuesto sin olvidar las obras de innumerables autores de la literatura fantástica y el horror cósmico, como Lovecraft, Machen, Blackwood, Dick y por supuesto el insuperable Robert Howard. (Fernando fue siempre un fiel amigo de Connan el Bárbaro)
Según me enteré luego, él también en algún momento tuvo la “fortuna” de encontrar a un maestro que lo guió en esta vía del conocimiento así como él lo hizo conmigo, por lo cual podríamos decir que la tradición se ha mantenido viva hasta este momento. Sin embargo, hay que reconocer que a pesar de su exclusión mediática y su cuasi ostracismo académico (salvo el caso de la que siempre fue su casa la Universidad Nacional Mayor de San Marcos) al menos pudo hacerse el año pasado un homenaje en vida en nuestro Congreso (cuando ya sus numerosos males habían minado su cuerpo) con la publicación de una colección de artículos que abarcaban su clásica producción etnográfica hasta sus más recientes textos vinculados con la geopolítica y la metapolítica (que de hecho para mi serían mucho más relevantes que las etnografías)
Pero su obra cumbre – como se suele decir – sería la ahora inubicable Tierra Baldía (Lima, Australis, 1995), según entiendo hoy un libro de “culto” a través del cual Fernando mostraba su abrumadora erudición sobre la religiosidad contemporánea (la famosa segunda religiosidad en los términos de Spengler) brindándonos una excepcional lectura sobre el “pandemonio” de esta etapa crepuscular. (Nihilismo)
Nunca deje de aprender algo nuevo conversando con Fernando a pesar de que nuestros caminos y actividades se distanciaban, sin embargo, siempre había espacio para la tertulia y para comentar sobre los últimos acontecimientos que marcan este fin civilizatorio. Fernando a su estilo “cabalgó el tigre”, fue un “emboscado” y luchó toda su vida con mucha dignidad contra “Mordor”, descansa en paz maestro, amigo, camarada ya nos reencontraremos en la Tierra Media.
Eduardo Hernando Nieto
Abril 2011