
Artículos de Metapolítica
Conversando con mi amigo el filósofo Víctor Samuel Rivera (http://www.victorsamuelrivera.blogspot.com/) intercambiábamos puntos de vista en torno a esta moda de los académicos liberales de izquierda de adherirse fervientemente al llamado pragmatismo, siendo el profesor norteamericano (ya fallecido) Richard Rorty su nuevo Guru y mentor.
Atrás quedaron entonces Kant, Rawls o Habermas y todos ellos se rinden hoy ante esta corriente filosófica de raíz anglosajona que parece brindar una argumentación atractiva y simple a todas las creencias que ellos defienden con tanta vehemencia como el caso evidente de los derechos humanos, de la democracia deliberativa, la tolerancia, la justicia transicional, la sociedad civil etc., etc., etc.
Pero, antes de remitirme a lo que comentaba con Víctor Samuel, sería necesario conocer algunos alcances básicos de este pragmatismo de nuevo cuño desarrollado por Rorty sobre la base de los clásicos teóricos de esta corriente norteamericana del siglo XIX como Dewey, Pearce o James.
Como es sabido, el pragmatismo se caracterizó por su rechazo de cualquier tipo de verdad absoluta ya que el mundo conceptual (formalismo) como el intelectual (racionalismo) eran incapaces de reflejar la realidad.
Así, se podría decir que: “el Pragmatismo es un movimiento americano de filosofía fundado por C. S. Peirce y William James y caracterizado por las doctrinas de que el significado de las concepciones se debe buscar en sus repercusiones prácticas, de que la función del pensamiento es guiar la acción y de que la verdad se debe examinar preeminentemente por medio de las consecuencias prácticas de la creencia"
Así pues, como se indicaba la verdad no consistía para ellos en la convergencia entre la realidad y el pensamiento sino en la utilidad que ésta representaba para el sujeto, siendo lo útil no necesariamente aquello que brinda placer o confort al sujeto sino aquello que sirve para organizar de manera práctica el mundo del pensamiento.
Richard Rorty, retoma entonces muchas de las tesis del pragmatismo clásico para concluir con un discurso completamente antimetafísico y antifundacionalista como era de esperarse, en el que destacaba sobre todo la contingencia del lenguaje con el que se construyó precisamente todo el universo de la filosofía moderna evidenciando entonces la relatividad de conceptos como el de racionalismo e irracionalismo o el de verdad y falsedad por ejemplo, que tenían tras de si obviamente un sustento de carácter esencialista. Sin embargo, Rorty se cuidaría de no ser tachado de relativista (como igualmente ocurriría en el caso de Isaías Berlin por ejemplo) en tanto, que siempre sería posible la presencia de consensos.
Sin lugar a dudas, el libro más conocido de Rorty, ha sido Contingencia, Ironía y Solidaridad, [1] texto en el que el Profesor norteamericano busca como él dice proponer una utopía liberal en la cual se pueda hablar de ironía (que significaría en el fondo no tomarse en serio ninguna creencia inclusive las nuestras) y al mismo tiempo también de solidaridad en el sentido de que uno debe reconocer a los demás seres humanos como “uno de nosotros”, esto gracias a nuestra IMAGINACION.
Como se indicaba:
“El sujeto de Rorty es el ironista, los ciudadanos de su sociedad liberal son las personas que perciben la contingencia de su lenguaje de deliberación moral, conciencia y comunidad. La figura paradigmática es el ironista liberal quien piensa que los actos de crueldad son lo peor que se puede hacer y quien combina el compromiso con una comprensión de la contingencia de su propio compromiso y he aquí la ironía”.
A su vez, en una conocida entrevista, Rorty precisaba respecto a lo que significaba la utopía liberal: “es simplemente la idea, no muy nueva, de una igualdad de oportunidades. Más o menos lo que Rawls describe en su libro, una teoría de la justicia; la idea de una sociedad en la cual aunque hay desigualdades y razones para ello, habría de todos modos muchas más en cualquier otra forma” [2].
Finalmente, para el logro de su utopía liberal, Rorty apostaría por el desarrollo de una narrativa frente a una teoría, es decir, una cultura historicista y nominalista que comunique el presente con el pasado por un lado, y por otra parte con utopías del futuro, considerando la manifestación continua de utopías como una clara presencia de la libertad. En síntesis, la libertad reemplazaba a la verdad, y este era la principal característica de la sociedad liberal.
Ahora bien, el tenor de la conversación con Victor Samuel Rivera iba precisamente por el lado de afirmar el carácter paradójicamente conservador del pragmatismo y del neopragmatismo rortiano, pues a todas luces lo que hoy vemos más bien es la afirmación de una serie de valores liberales (individualismo, derechos humanos, etc.) que evidentemente tendrían una vocación de permanencia en el tiempo, - por lo menos para los liberales – y que sin dudas contienen la esencia de lo que hoy llamamos corrección política. Empero, si seguimos el discurso de la contingencia, podríamos esperar que en el futuro tales valores puedan ser desplazados, de hecho, en el pasado podríamos encontrar muchas formas de pragmatismo no precisamente liberal, es decir, de distinto tinte ideológico [3], Edmund Burke en el siglo XVIII (si el gran enemigo de la Revolución Francesa que es reivindicada hasta hoy por la izquierda liberal) era un pragmatista, Benito Mussolini en el siglo XX (esto lo comentaba Víctor Samuel) también era otro representante del pragmatismo pues en ese momento y en ese contexto las reglas que afirmaba el fascismo eran las reglas del sentido común.
Curiosa afinidad entonces entre la de Burke con Mussolini y la de éste con Rorty!!!. Claro por allí podrán decir que Mussolini no podría ser una liberal pragmatista porque como señalaba la profesora – también fallecida - Judith Shklar, un liberal sería aquél que consideraría que el peor acto que se pudiera cometer sería un acto de crueldad, y Mussolini seguramente sería visto – por los comunistas como por los liberales - como un hombre cruel es decir, alguien no solidario (aunque si podría haber sido solidario con sus compatriotas amen de que él provino inicialmente de las canteras del socialismo) .
En fin, creo que aun hay mucho por decir respecto a este problema de la contingencia, la ironía y la solidaridad y sobre todo de la forma como se podría seguir sosteniendo esta “UTOPIA LIBERAL” que pregona la libertad pero que no encuentra la forma de darle un verdadero sentido a ésta, precisamente lo que si podría hacer un discurso con metafísica cosa que sería además indispensable para que ella pueda finalmente ser valorizada y no se convierta solamente en una palabra más empleada dentro combate político.
[1] Richard Rorty, Contingencia, Ironía y Solidaridad, Barcelona, Paidós, 1996
[2] Richard Rorty, Cuidar la libertad, Madrid, Trotta, 2005
[3] Evidentemente, para Rorty y compañía el liberalismo NO ES UNA IDEOLOGIA
Atrás quedaron entonces Kant, Rawls o Habermas y todos ellos se rinden hoy ante esta corriente filosófica de raíz anglosajona que parece brindar una argumentación atractiva y simple a todas las creencias que ellos defienden con tanta vehemencia como el caso evidente de los derechos humanos, de la democracia deliberativa, la tolerancia, la justicia transicional, la sociedad civil etc., etc., etc.
Pero, antes de remitirme a lo que comentaba con Víctor Samuel, sería necesario conocer algunos alcances básicos de este pragmatismo de nuevo cuño desarrollado por Rorty sobre la base de los clásicos teóricos de esta corriente norteamericana del siglo XIX como Dewey, Pearce o James.
Como es sabido, el pragmatismo se caracterizó por su rechazo de cualquier tipo de verdad absoluta ya que el mundo conceptual (formalismo) como el intelectual (racionalismo) eran incapaces de reflejar la realidad.
Así, se podría decir que: “el Pragmatismo es un movimiento americano de filosofía fundado por C. S. Peirce y William James y caracterizado por las doctrinas de que el significado de las concepciones se debe buscar en sus repercusiones prácticas, de que la función del pensamiento es guiar la acción y de que la verdad se debe examinar preeminentemente por medio de las consecuencias prácticas de la creencia"
Así pues, como se indicaba la verdad no consistía para ellos en la convergencia entre la realidad y el pensamiento sino en la utilidad que ésta representaba para el sujeto, siendo lo útil no necesariamente aquello que brinda placer o confort al sujeto sino aquello que sirve para organizar de manera práctica el mundo del pensamiento.
Richard Rorty, retoma entonces muchas de las tesis del pragmatismo clásico para concluir con un discurso completamente antimetafísico y antifundacionalista como era de esperarse, en el que destacaba sobre todo la contingencia del lenguaje con el que se construyó precisamente todo el universo de la filosofía moderna evidenciando entonces la relatividad de conceptos como el de racionalismo e irracionalismo o el de verdad y falsedad por ejemplo, que tenían tras de si obviamente un sustento de carácter esencialista. Sin embargo, Rorty se cuidaría de no ser tachado de relativista (como igualmente ocurriría en el caso de Isaías Berlin por ejemplo) en tanto, que siempre sería posible la presencia de consensos.
Sin lugar a dudas, el libro más conocido de Rorty, ha sido Contingencia, Ironía y Solidaridad, [1] texto en el que el Profesor norteamericano busca como él dice proponer una utopía liberal en la cual se pueda hablar de ironía (que significaría en el fondo no tomarse en serio ninguna creencia inclusive las nuestras) y al mismo tiempo también de solidaridad en el sentido de que uno debe reconocer a los demás seres humanos como “uno de nosotros”, esto gracias a nuestra IMAGINACION.
Como se indicaba:
“El sujeto de Rorty es el ironista, los ciudadanos de su sociedad liberal son las personas que perciben la contingencia de su lenguaje de deliberación moral, conciencia y comunidad. La figura paradigmática es el ironista liberal quien piensa que los actos de crueldad son lo peor que se puede hacer y quien combina el compromiso con una comprensión de la contingencia de su propio compromiso y he aquí la ironía”.
A su vez, en una conocida entrevista, Rorty precisaba respecto a lo que significaba la utopía liberal: “es simplemente la idea, no muy nueva, de una igualdad de oportunidades. Más o menos lo que Rawls describe en su libro, una teoría de la justicia; la idea de una sociedad en la cual aunque hay desigualdades y razones para ello, habría de todos modos muchas más en cualquier otra forma” [2].
Finalmente, para el logro de su utopía liberal, Rorty apostaría por el desarrollo de una narrativa frente a una teoría, es decir, una cultura historicista y nominalista que comunique el presente con el pasado por un lado, y por otra parte con utopías del futuro, considerando la manifestación continua de utopías como una clara presencia de la libertad. En síntesis, la libertad reemplazaba a la verdad, y este era la principal característica de la sociedad liberal.
Ahora bien, el tenor de la conversación con Victor Samuel Rivera iba precisamente por el lado de afirmar el carácter paradójicamente conservador del pragmatismo y del neopragmatismo rortiano, pues a todas luces lo que hoy vemos más bien es la afirmación de una serie de valores liberales (individualismo, derechos humanos, etc.) que evidentemente tendrían una vocación de permanencia en el tiempo, - por lo menos para los liberales – y que sin dudas contienen la esencia de lo que hoy llamamos corrección política. Empero, si seguimos el discurso de la contingencia, podríamos esperar que en el futuro tales valores puedan ser desplazados, de hecho, en el pasado podríamos encontrar muchas formas de pragmatismo no precisamente liberal, es decir, de distinto tinte ideológico [3], Edmund Burke en el siglo XVIII (si el gran enemigo de la Revolución Francesa que es reivindicada hasta hoy por la izquierda liberal) era un pragmatista, Benito Mussolini en el siglo XX (esto lo comentaba Víctor Samuel) también era otro representante del pragmatismo pues en ese momento y en ese contexto las reglas que afirmaba el fascismo eran las reglas del sentido común.
Curiosa afinidad entonces entre la de Burke con Mussolini y la de éste con Rorty!!!. Claro por allí podrán decir que Mussolini no podría ser una liberal pragmatista porque como señalaba la profesora – también fallecida - Judith Shklar, un liberal sería aquél que consideraría que el peor acto que se pudiera cometer sería un acto de crueldad, y Mussolini seguramente sería visto – por los comunistas como por los liberales - como un hombre cruel es decir, alguien no solidario (aunque si podría haber sido solidario con sus compatriotas amen de que él provino inicialmente de las canteras del socialismo) .
En fin, creo que aun hay mucho por decir respecto a este problema de la contingencia, la ironía y la solidaridad y sobre todo de la forma como se podría seguir sosteniendo esta “UTOPIA LIBERAL” que pregona la libertad pero que no encuentra la forma de darle un verdadero sentido a ésta, precisamente lo que si podría hacer un discurso con metafísica cosa que sería además indispensable para que ella pueda finalmente ser valorizada y no se convierta solamente en una palabra más empleada dentro combate político.
[1] Richard Rorty, Contingencia, Ironía y Solidaridad, Barcelona, Paidós, 1996
[2] Richard Rorty, Cuidar la libertad, Madrid, Trotta, 2005
[3] Evidentemente, para Rorty y compañía el liberalismo NO ES UNA IDEOLOGIA