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viernes, 5 de junio de 2009

¿Qué es la Revolución Conservadora?


Artículos de Metapolítica


Ante la grosera distorsión sobre el pensamiento nacional revolucionario y la metapolítica, desarrollada con mala intención e ignorancia por Gustavo Faverón Patriau y sus “epígonos”, voy a tratar de exponer de manera sucinta lo que es este pensamiento, pero no para buscar convencer a alguien de sus bondades sino para evitar que mucha gente no informada caiga en las generalizaciones y banalizaciones que efectuó Faverón en un sin número de mensajes en su blog personal, todos además dirigidos a desprestigiarme.

Podría decir en principio que se trata de un término acuñado por el Profesor Armin Mohler, [1] - secretario personal del escritor Ernst Jünger durante varios años - para referirse a una importante manifestación del pensamiento alemán del periodo de entre guerras y que incluía una serie de personalidades de distintos ámbitos del saber, desde la economía hasta la literatura o desde la sociología a la teología. Autores como Jünger, Sombart, Spengler, Niekisch, Moeller van der Bruck, inclusive hasta el mismo poeta místico Stefan George, - maestro espiritual nada de los hermanos Stauffenberg [2]- también fue incluido dentro de esta grupo.

Así pues, bajo esta categoría se incorporó un conjunto de personalidades que en muchas ocasiones terminaron perseguidos por el Nacional –Socialismo (como el caso de Niekisch siendo finalmente protegido por los hermanos Jünger) o fusilados como en el caso de Claus von Stauffenberg. Decir entonces que la Revolución Conservadora era Fascista o Nazi es simplemente afirmar que nada se sabe sobre este tema.

Pero, ¿Qué tenían en común estos autores clasificados por aquellos que jamás los han leído como fascistas o Nazis a secas? En primer lugar, ellos fueron sin duda un producto del pensamiento romántico alemán del siglo XIX, discurso altamente crítico del racionalismo francés y sus tesis del universalismo, frente a ello, reivindicaban la diferencia y la identidad colectiva (que dirá Gonzalo Gamio al observar aquí la génesis de su querido comunitarismo Tayloriano). Así mismo, se sentían muy cercanos a lo que llamaríamos una vida con propósitos como la vida heroica frente a una vida vaciada de contenido que se contentaba con producir confort y entretenimiento (vida burguesa).

Sorprenderá a muchos saber por ejemplo que los queridos e inofensivos “Boy Scouts” de Baden Powel tuvieron su origen en los movimientos de los “Wandervogels” , asociaciones de jóvenes que aspiraban a una vida más natural y en convivencia directa con la naturaleza que surgieron dentro de la Revolución Conservadora.

En pocas palabras, el movimiento aparecía como una respuesta a la “Civilización” burguesa, proponiendo en su reemplazo la “Kultur” , una reivindicación de la vida natural contra la vida artificial. Un contacto directo con las fuentes primigenias del ser (la espiritualidad) frente al materialismo ateo.


Se trata finalmente de un tema complejo pero que no puede ser dejado a Wikipedia o algún folletín mal intencionado. Precisamente, el trabajo académico se debe abocar a aclarar las cosas y mostrarlas en su real dimensión. Nada ganamos poniendo etiquetas gratuitamente sin haber leído por ejemplo una línea de un trabajo emblemático para la “Konservative Revolution” como ·El Trabajador de Ernst Jünger. (Continuará)



[1] Die Konservative Revolution in Deutschland 1918 – 1932 . Ein Handbuch. Con este trabajo Mohler obtuvo el grado de Doctor en la Universidad de Basilea, asesorado por los profesores Herman Schmalenbach y Karl Jaspers. Fue también director de la Fundación Friedrich Siemmens y Premio Konrad Adenauer (1967) , fue además Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Innsbruck.
[2] Claus precisamente fue el que colocó la bomba destinada a eliminar a Hitler.

lunes, 18 de agosto de 2008

Ernst Jünger y el Señorío del Trabajador


Artículos de Metapolítica


Por Eduardo Hernando Nieto


Hace un buen tiempo quería escribir a propósito de uno de los más importantes ensayos de metapolítica publicados en el siglo XX, por el maestro alemán Ernst Jünger [1], “ Der Arbeiter. Herrschaft und Gestalt”, (“El Trabajador. Dominio y Figura”), el polémico trabajo - según se comenta - fue repudiado tanto por algunos líderes del nacionalsocialismo como por los comunistas, sin embargo, paradójicamente estos últimos llegaron a tildar el trabajo de fascista mientras que para algunos conservadores se trataba de una apuesta a favor del materialismo ateo.
En fin, como después comentaría Jünger, lo más probable es que ni muchos nazis ni los comunistas habrían entendido su trabajo precisamente porque éste no tenía que ver directamente con la política contingente sino con la metapolítica. Así Jünger señaló respecto al texto y la figura mítica del trabajador lo siguiente: “Veo en el trabajador una figura mítica que hace su entrada en nuestro mundo, y las cuestiones del siglo XIX que se apoyan en lo esencial sobre la economía no intervienen en mí sino en una segunda línea. Es decir, que el que posee el poder en su calidad de titán posee también naturalmente el dinero.” [2] En este sentido, añadía él, habíamos dejado ya la edad de los Dioses y nos encontrábamos en la de los Titanes, es decir, en la era del poder, a pesar de que quienes lo detentan – decía Jünger – intenten aparecer como filántropos o marxistas. [3]
¿Pero, que representaba concretamente la figura del Trabajador?
Ciertamente, se trató de una fuerza que irrumpió en el siglo XX como una alternativa distinta a la del burgués, que en todo caso nunca llegó a conectarse con la energía de la naturaleza como si lo pudo hacer “el trabajador”: “el trabajador mantiene, en efecto, una relación con los poderes elementales de cuya mera existencia nunca tuvo el burgués el menor atisbo” [4], esto, le permitía también obtener una forma de libertad muy diferente a la del burgués, de hecho, en el mundo del trabajo la reivindicación de libertad aparecía como reivindicación del trabajo.
Definitivamente “El Trabajador” huele mucho a pólvora de las trincheras de la primera guerra mundial (el libro fue publicado en 1932) y se impone como una manifestación que avizoraría la superación del individualismo burgués y del socialismo proletario, como bien comenta mi querido amigo el ensayista mexicano José Luis Ontiveros, y que tal superación solamente podría ser comprendida a través de la vía de Nietzsche: “a la universalización del nihilismo corresponde una universalización de la técnica. El trabajador volverá a unir, en un valor único, la tekne con la poiesis, esto es, la inventiva con la creación, dotando a la técnica de su sentido de alethia, de revelación, de descubrimiento del Ser y de la esencia. El Trabajador rescata a la técnica del valor neutral que el mundo burgués le había otorgado para construir la felicidad de los mediocres; pone en entredicho el significado de la técnica como una humanización del mundo, en la que se aclimatan las asperezas para vivir en el domesticamiento, el sopor y la molicie. La técnica es un medio para concentrar, en una doctrina de salvación, la enseñanza que el dolor marca en la voluntad; es un valor que debe heroizarse, hacerse épico, contra de la concepción económica de la civilización burguesa que restringe la técnica a un medio de supresión de la naturaleza”. [5]
Coincido totalmente con Ontiveros, la lectura que debe plantearse a este soberbio trabajo de Jünger es a la luz de la visión de la “Konservative Revolution” del período de entre guerras, y como el mismo Jünger lo acotaba viendo al Trabajador como una forma de desarrollo del Prusianismo [6] , es decir, como una figura semejante a la del gurrero (Reivindicado fundamentalmente en su trabajo “Tempestades de Acero”) , y de cierto modo cercano al anarca que aparecerá tras la “muerte” del trabajador (ver en este caso “La emboscadura” o también traducido como “El tratado del rebelde”).
La esencia del “Arbeiter” radicaba entonces en la posibilidad de alterar el “Zeitgeist” de la Ilustración y transformarlo de una manera radical acabando así con la dictadura de la materia reivindicada por el liberalismo burgués y el socialismo marxista, frente a ellos se levantaba pues esta figura encargada de recuperar el verdadero significado de la Técnica, como revelación o descubrimiento, un nuevo intento para devolverle la sacralidad al mundo, una forma de volver en esta etapa crepuscular a los orígenes a la cercanía con los Dioses, lamentablemente, la exaltación Jüngeriana no duraría mucho pues el abismo de la modernidad tenía un mayor fondo del previsto en ese momento por Jünger, de allí, la irrupción del anarca y la necesidad de actuar como un “emboscado” mientras se aguardaba el fin, más no podría hacerse.
[1] Más adelante lo hare con Julius Evola y su “Cabalgar el Tigre”
[2] Julien Hervier, Conversaciones con Ernst Jünger, México, FCE, 1990, p.62.
[3] Ibid.
[4] Ernst Jünger, El Trabajador, Madrid, Tusquets, 1990, p.25.
[5] José Luis Ontiveros, La espada y la gangrena, México, Instituto Mexiquense de Cultura, 1992, p.77.
[6] Aquí la relación es muy directa con Oswald Spengler, Cfr. Prusianismo y Socialismo, Argentina, Ediciones Nacionales y Extranjeras, 1935. Decía Spengler: “Aunque el vocablo se refiere a la región donde se ha encontrado una poderosa interpretación y donde se ha desarrollado a un alto nivel, debo decir que es esto: prusianismo es una comprensión de vida, un instinto, un espíritu de solidaridad, constituye un resumen de cualidades espirituales y por último también corporales..” p.63. ca