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lunes, 19 de noviembre de 2007

Ernst Niekisch un revolucionario alemán




Artículos de Metapolítica




Por José Cuadrado Costa




Ernst Niekisch, nacido en 1.889 en una familia de artesanos, militante y periodista del partido Social-demócrata, fue elegido en 1.918 presidente del Consejo Central de Baviera. Convertido al nacionalismo durante su estancia en la cárcel, comenzó a publicar en 1.926 Widerstand (Resistencia) "Escritos para una política socialista y nacionalista-revolucionaria". Colaboró con la mayoría de personalidades relacionadas con NR (entre ellas Ernst Jünger), y se convirtió en la figura proa, y principal teórico, del nacional-bolchevismo alemán y del anti-occidentalismo europeo. La revista dobló en seguida el número de simpatizantes (de 5 a 600 miembros, un movimiento de unas 5.000 personas) y se dotó del semanario Entscheidung (Decisión). El conjunto fue prohibido por los nazis tras subir al poder y Niekisch fue encarcelado algunos años después en una verdadera resistencia interior. Liberado por la Armada Roja el 27 de abril de 1.945, se afilió al Partido Comunista Alemán, y luego al Partido Socialista Unificado, formó parte de la dirección del Frente Nacional, fue diputado e impartió clases en la Universidad de Humbolt. Sin embargo, tras el aplastamiento de la sublevación del 17 de junio de 1.953, renunció a todas sus responsabilidades y se estableció en la Republica Federal, donde murió en 1.967. Su influencia sobre el europeismo revolucionario y el nacionalismo europeo resulta inconmensurable.
Ernst Niekisch es tal vez la figura más representativa del complejo y multiforme panorama que ofrece el movimiento nacional-bolchevique alemán de los años 1918 a 1933. En él se encarnan con toda claridad las características y las contradicciones evocadas por el término de "nacional-bolchevismo" y que responden mucho más a un estado de ánimo que a una actitud activista, a una ideología de contornos precisos o a una unidad organizativa, pues este movimiento estaba compuesto por infinidad de pequeños círculos, grupos, revistas, etc., sin que hubiera jamás un partido que se calificara a sí mismo de "nacional-bolchevique". Es curioso constatar que casi ninguno de estos grupos o personalidades usó este apelativo (si exceptuamos la revista de Karl Otto Paetel, "Die Sozialistische Nation", cuyo subtítulo era"Nationalbolschewistische Blätter"), sino que el adjetivo les fue lanzado con carácter despectivo, teñido de sensacionalismo por la prensa y los partidos sostenedores de la República de Weimar, de la que todos los nacional-bolcheviques fueron encarnizados enemigos, no habiendo a este respecto diferencias entre los grupos procedentes del comunismo que incorporaron la idea nacional y entre los grupos nacionalistas dispuestos a asumir cambios económicos radicales y la alianza con la U.R.S.S. para destruir el odiado sistema nacido del Dicktat de Versalles.
Ernst Niekisch nació el 23 de mayo de 1889 en Trebnitz (Silesia). Era hijo de un limador que se trasladó a Nördlingen im Reis (Baviera-Suabia) en 1891. Niekisch realizó estudios de magisterio que termina en 1907, pasando a ejercer en Ries y Augsburg. No era corriente en la Alemania guillermina -aquel estado en el que había tenido lugar"la victoria del burgués sobre el soldado", en palabras de Carl Schmitt- que un hijo de obrero estudiara, por lo que Niekisch debió sufrir las burlas y la hostilidad de sus compañeros de clase. Ya en esta época estaba hambriento de saber ("una vida de nulidad es insoportable", dirá) y devorado por un fuego interior revolucionario; se lanza sobre Hauptmann, Ibsen, Nietzsche, Schopenhauer, Kant, Hegel y Maquiavelo, a cuya influencia se añadirá la de Marx, desde 1915. Alistado en el ejército en 1914, serios problemas oculares le impiden llegar al frente, por lo que ejercerá, hasta febrero de 1917 funciones de inspección de reclutas en Augsburg. En octubre de 1917 entra en el Partido Socialdemócrata (S.P.D.) y se siente fuertemente atraído por la Revolución Bolchevique. De esta época data su primer escrito político hoy perdido, titulado significativamente "Licht aus dem Osten" en el que ya formulaba lo que será una constante de su acción política: la idea de la "Ostorientierung". La difusión de este folleto será saboteada por el propio S.P.D., en cuyo periódico de Augsburg "Schwäbischen Volkszeitung" colaboraba Niekisch.
El 7 de noviembre de 1918 Eisner proclama en Munich la República. Niekisch funda el consejo de obreros y soldados de Augsburg, y se convierte en su presidente, siéndolo igualmente del Consejo de Obreros, Campesinos y Soldados de Munich durante febrero y marzo de 1919. El es el único miembro del Comité Central que vota en contra de la proclamación de la primera República Soviética de Baviera, pues considera que ésta es la provincia alemana menos adecuada para realizar el experimento, debido a su carácter agrario. Sin embargo, a la entrada de los Freikorps en Munich, Niekiksch es encarcelado el 5 de mayo -día en el que pasa del S.P.D. al Partido Socialdemócrata Independiente (U.S.P.D.)-. El 22 de junio es condenado a dos años de prisión en fortaleza por su actividad en el Consejo de Obreros y Soldados, aunque no ha tenido nada que ver con los crímenes de la República Soviética Bávara. Niekisch cumple su sentencia íntegramente, pues si bien es elegido al parlamento bávaro como jefe de fracción del U.S.P.D., no será liberado hasta agosto de 1921. Entre tanto, se encuentra de nuevo en el S.P.D. debido a la reunificación con éste del U.S.P.D. (la anterior escisión se había verificado durante la guerra mundial).
Niekisch no está en absoluto de acuerdo con la política contemporizadora del S.P.D. -temperamentalmente era incapaz de soportar las medias tintas y los compromisos- y añadiéndose a ésta situación de disgusto las amenazas contra él y su familia (habiéndose casado en 1915 tenía un hijo), renuncia a su mandato parlamentario y se traslada a Berlín, donde entra en la dirección del Secretariado de la Juventud del Gran Sindicato Textil, un trabajo burocrático en el que tampoco se sentirá a gusto. Sus relaciones con el S.P.D. se van deteriorando paulatinamente, debido a que Niekisch se opone al pago de reparaciones a Francia y Bélgica y apoya la resistencia nacional cuando Francia ocupa la cuenca del Ruhr en enero de 1923. También se opone desde 1924 al Plan Dawes, que regula el pago de las reparaciones impuestas a Alemania en Versalles. Niekisch atacó frontalmente la postura del S.P.D. de aceptación del Plan Dawes en una conferencia de sindicalistas y socialdemócratas, enfrentándose con Frank Hilferding, principal representante de la línea oficial.
En 1925, Niekisch que es el redactor jefe de la revista socialista "Firn" ("El nevero"), hace aparecer en una serie de folletos editados por ésta los dos primeros trabajos suyos que han llegado hasta nosotros "Der Weg der deeutschen Arbeioterschaft zum Staat" y "Grundfragen deutscher Aussenpolitik". Ambas obras testimonian una influencia de Lassalle mucho mayor que la de Marx/Engels -un rasgo que hace asemejar estas primeras tomas de posición de Niekisch a las que asumieron en la inmediata postguerra los comunistas de Hamburgo que se separaron del Partido Comunista Alemán (K.P.D.) para fundar el Partido Comunista Obrero Alemán (K.A.P.D.), bajo la dirección de Laufenberg y Wolffheim y que era decidido partidario de la lucha de liberación contra Versalles (este partido, que llegó a disponer de una base de masas bastante amplia ocupa un lugar destacado en la historia del nacional-bolchevismo"). En sus folletos de 1925, Niekisch propone que el S.P.D. se haga campeón del espíritu de resistencia del pueblo alemán contra el imperialismo capitalista de las potencias de la Entente, al tiempo que sostiene que la liberación social de las masas proletarias tienen como presupuesto inexcusable la liberación nacional. Estas ideas, unidas a su oposición a la política exterior profrancesa del S.P.D. y a su lucha contra el Plan Dawes le atraen la desconfianza de las altas instancias socialdemócratas. El célebre Eduard Bernstein le atacará por su actitud nacionalista en el periódico "Glocke". En realidad, Niekisch jamás fue un marxista en el sentido ortodoxo de la palabra; concedía al marxismo valor de crítica social, pero no de Weltanschaung e imaginaba al estado socialista por encima de cualquier interés de clase, como "ejecutor de los testamentos de Weimar y Könisberg" (es decir, de Goethe y Kant). Se comprende fácilmente que este género de ideas no fueran gratas a la aburguesada dirección del S.P.D.... Pero Niekisch no estaba aislado en el seno del movimiento socialista, pues mantenía estrechas relaciones con el "Círculo Hofpgeismar" de las Juventudes Socialistas, cuya ala nacionalista fuertemente influenciada por la "Revolución Conservadora", representaba. Niekisch escribió frecuentemente en la revista de este círculo "Rundbrief" del que saldrían fieles colaboradores cuando comience la etapa de "Widerstand", entre estos colaboradores estaba Benedikt Obermayr, que trabajaría con Darré en el Reichsmährstand.
Poco a poco, el S.P.D. empieza a deshacerse de Niekisch: por presiones de su primer presidente, Niekisch es excluído de su puesto en el sindicato textil y en julio de 1926 se anticipa con su marcha del S.P.D. al expediente de expulsión incoado contra él y cuyo resultado no era dudoso.
Comienza ahora el período que ganará para Niekisch un puesto en la historia de las ideas revolucionarias del siglo XX: considerando como altamente problemático el esquema "derecha-centro-izquierda", se esfuerza por reagrupar a las mejores fuerzas de la derecha y de la izquierda, (conforme a la célebre imagen de la "herradura", los extremos de ésta se encuentran más cerca entre sí que del centro) para la lucha contra un enemigo que se designa claramente: en el exterior el Occidente liberal y el Tratado de Versalles; en el interior, el liberalismo de Weimar. En julio de 1926 edita el primer número de la revista "Widerstand" ("Resistencia") y logra atraer a fracciones importantes -por su número y por su activismo- del antiguo Freikorps "Bund Oberland", al tiempo que se adhiere al Alt Sozialdemocratische Partei (A.S.P.) de Sajonia, intentando utilizarlo como plataforma para sus planes de reunión de fuerzas revolucionarias. Se traslada para ello a Dresde, desde donde dirige el periódico del A.S.P.("Der Volkstaat"), llevando a cabo una dura lucha contra la política pro-occidental de Stresemann, oponiendo al tratado de Locarno en el que Alemania reconocía sus fronteras occidentales como definitivas y su obligación de pagar reparaciones, el espíritu del Tratado de Rapallo (1922) en el que la Rusia Soviética y la Alemania derrotada-los dos parias de Europa- estrecharon sus relaciones solidarizándose contra las potencias vencedoras. La experiencia con el A.S.P. termina cuando este partido sea derrotado en las elecciones de 1928, quedando reducido a una fuerza insignificante.
Este fracaso no significa, ni mucho menos, que Niekisch abandone la lucha descorazonado. Al contrario, es en esta época cuando escribirá sus obras fundamentales: "Gedanken über deutsche Politik","Politik und idee" (ambas de 1929), "Entscheidung" (1930: su obra maestra), "Der Politische Raum Deutschen Widerstandes" (1931) y "Politik deutschen Widerstandes" (1932). Paralelamente a esta actividad publicista, continúa editando la revista "Widerstand", funda la editorial del mismo nombre en 1928 y viaja a todos los rincones de Alemania como conferenciante. La sola enumeración de las personalidades con que se relaciona (desde mayo de 1929 se traslada definitivamente a Berlín) es impresionante: el filósofo Alfred Baümler le presenta a Ernst y Friedrich Georg Jünger, con los que comienza una estrecha colaboración, mantiene lazos con el ala izquierda del N.S.D.A.P.: el conde Ernst zu Reventlow, Gregor Strasser (que le ofrecerá convertirse en jefe de la redacción del "Volkischer Beobachter") y Goebbels que se encuentra entre los admiradores más resueltos de su libro "Entscheidung" ("Decisión"). También es determinante su amistad con Carl Schmitt.
En octubre de 1929, Niekisch es el animador de la acción juvenil contra el Plan Young (otro plan de "reparaciones"), publicado en el periódico "Die Kommender", el 28 de febrero de 1930, un ardiente llamamiento contra este plan, suscrito por casi todas las asociaciones juveniles alemanas -entre ellas la Liga de Estudiantes Nacional-Socialistas y la Juventud Hitleriana- y que fue seguido por manifestaciones de masas.
Los simpatizantes de su revista fueron organizados en "Círculos Widerstand", que celebraron tres congresos nacionales durante los años 1930-32, año éste en que Niekisch realiza un viaje a la U.R.S.S. en el otoño organizado por el ARPLAN (Asociación para el Estudio del Plan Quinquenal Soviético, fundada por el profesor Friedrich Lenz, otra figura destacada del nacional-bolchevismo).
Estos datos biográficos eran indispensables para presentar a un hombre como Niekisch que es prácticamente un desconocido y para poder comprender sus ideas, ideas que, por cierto, él no expuso nunca de un modo sistemático -era un revolucionario y un escritor de combate- y voy a intentar reconstruir a continuación.
Desde 1919 Niekisch era un atento lector de Spengler (lo que más nos puede sorprender en un socialista de aquella época en la que existía a nivel intelectual y político entre "derecha" e "izquierda" una interpenetración, casi diaria, una ósmosis, impensables en las circunstancias actuales). De él retendrá sobre todo, la famosa oposición entre "Kultur" y "Zivilisation". Pero sus concepciones políticas quedaron fuertemente marcadas por la lectura de un artículo de Dowstoyevski que ejerció gran influencia en la Revolución Conservadora a través del Thomas Mann de las "Consideraciones de un Apolítico" y de Arthur Moeller Van der Bruck "Alemania, Potencia Protestante"(del "Diario de un Escritor", mayo/junio de 1877,capítulo III). El término "protestante" no tiene aquí ninguna connotación religiosa,sino que alude al hecho de que Alemania, desde Arminius hasta hoy siempre ha "protestado" contra las pretensiones "romanas" al dominio universal, que han sido recogidas por la Iglesia Católica y por las ideas de la Revolución Francesa, prolongándose, como señalará Thomas Mann hasta los objetivos de la Entente que luchó contra Alemania en la I Guerra Mundial.
A partir de este momento, el odio del mundo "romano" se convierte en un aspecto esencial del pensamiento de Niekisch, pues las ideas de este artículo de Dowstoyevski vienen a reforzar sus propias concepciones. Niekisch hace remontar la decadencia del germanismo a los tiempos en que Carlomagno realizó la matanza de la nobleza sajona y obligó a los supervivientes a convertirse al cristianismo; éste es un veneno mortal para los germanos cuya función ha sido la de domesticar lo germano-heroico con el fin de hacerlo maduro para la esclavitud romana. Niekisch no duda en proclamar que "todos los pueblos que (debían) defender su libertad contra el imperialismo occidental (estaban) obligados a romper con el cristianismo para sobrevivir". El desprecio del catolicismo se acompaña en Niekisch de una exaltación del "Protestantismo" alemán, no en cuanto confesión religiosa (Niekisch censuraba ásperamente al protestantismo oficial, al que acusaba de reconciliarse con Roma en su común lucha anti-revolucionaria), sino en cuanto "toma de conciencia orgullosa del ser alemán" y "actitud aristocrática opuesta a los estados del alma de las masas católicas"; una posición muy similar a la de Rosenberg, defendiendo ambos la libertad de conciencia contra el oscurantismo dogmático (Niekisch comentó en su revista "El Mito del Siglo XX").
Esta actitud hostil del imperialismo romano contra Alemania ha continuado a lo largo de los siglos, pues "judíos, jesuítas y francmasones han sido quienes desde siglos han querido esclavizar y domesticar a los Bárbaros germánicos". La unanimidad del mundo contra Alemania, que se manifiesta sobre todo cuando ésta se ha dotado de un estado fuerte, se reveló con especial claridad durante la I Guerra Mundial, después de la cual, las potencias vencedoras impusieron a Alemania la democracia (vista por Niekisch como un fenómeno de infiltración extranjera) para destruirla definitivamente.
La primacía de lo político sobre lo económico siempre fue un principio fundamental del pensamiento de Niekisch. Fuertemente influido por Carl Schmitt, y partiendo de esta base. Niekisch tenía que ver como enemigo irreductible al liberalismo burgués que valora sobre todo los principios económicos y no ve al hombre más que considerado aisladamente, como una unidad en busca de su exclusivo provecho. Individualismo burgués (con sus correlativos de estado liberal de derecho, libertades individuales, consideración de estado como un mal) y materialismo aparecen individuados en el pensamiento de Niekisch como características esenciales de la democracia burguesa. Al mismo tiempo desarrolla una crítica no original, pero si efectiva y sincera del sistema capitalista como sistema cuyo motor es el beneficio privado y no la satisfacción de las necesidades individuales y colectivas y que, además, genera continuamente paro. De esta forma queda designada la burguesía como enemigo interior que colabora con los estados occidentales burgueses que oprimen a Alemania. El sistema de Weimar (encarnado en demócratas, socialistas y clericales) representaba lo opuesto al espíritu y voluntad estatal de los alemanes y era el enemigo contra el que había que organizar la "Resistencia". El de "Resistencia" es otro concepto fundamental en la obra de Niekisch. La revista del mismo nombre lleva bajo el subtítulo (primero: Blátter fur sozialistische und nationalrevolutionäre politik, luego: Zeitschrift für nationalrevolutionäre politik) una reveladora frase de Clausewitz:"La resistencia es una actividad mediante la cual deben ser destruídas tantas fuerzas del enemigo que éste tenga que renunciar a sus propósitos". Si Niekisch consideraba posible esta actitud de resistencia es porque creía que la situación de decadencia de Alemania era pasajera, no irreversible y aunque a veces señalara que su pesimismo era "ilimitado" hay que considerar sus declaraciones en este sentido como meros efectos retóricos, pues su contínua actividad revolucionaria es la mejor prueba de que nunca cedió al pesimismo y al desánimo.
Hemos visto quien era el enemigo contra el que había que organizar la resistencia: "la democracia parlamentaria y el liberalismo, la forma francesa de vida y el americanismo". Con la misma exactitud designa Niekisch los objetivos de la actitud de resistencia: la independencia y libertad de Alemania, la alta valoración del estado, la recuperación de todos los alemanes que se hallan bajo dominio extranjero. Consecuente con su rechazo de los valores económicos, Niekisch no contrapone a este enemigo una mejor forma de distribución de los bienes materiales y el logro de una sociedad de bienestar. Más adelante veremos como jamás le interesaron los aspectos meramente socio-económicos de la Revolución Rusa ni de la actitud del K.P.D.; lo que Niekisch buscaba era la superación del mundo burgués, cuyos bienes hay que "desterrar ascéticamente". El programa de "Resistencia" de 1930 no deja dudas a este respecto: en él se pide "el rechazo decidido de todos los bienes que Europa acaricia (punto 7a), la retirada de la economía internacional (7b), la reducción de la población urbana y la reconstrucción de las posibilidades de vida campesina (7c-d), la voluntad de pobreza y un modo de vida simple que debe oponerse orgullosamente a la vida refinada de las potencias imperialistas occidentales (7f) y, finalmente, la renuncia al principio de la propiedad privada en el sentido del derecho romano, pues 'a los ojos de la oposición nacional, la propiedad no tiene sentido ni derecho más que si implica el servicio del Pueblo y del Estado'".
Para realizar sus objetivos, que Uwe Sauermann define con acierto como idénticos a los de los nacionalistas, aunque los caminos y medios para conseguirlos sean nuevos, Niekisch busca las fuerzas revolucionarias adecuadas, no puede sorprender que un hombre procedente de la izquierda como él se vuelva en primer lugar al movimiento obrero. Constata Niekisch que el abuso que la burguesía ha realizado del concepto "nacional" empleado como cobertura de sus intereses económicos y de clase, ha provocado en el trabajador la identificación entre los términos "nacional" y "socialreaccionario", lo cual ha llevado al proletariado a separarse demasiado de los lazos nacionales para crear por sí solo un estado y aunque esta actitud del conjunto del movimiento obrero está parcialmente justificada no pasa desapercibido para Niekisch el hecho de que un trabajador en cuanto tal apenas es otra cosa que un "burgués frustrado sin más aspiraciones que la de lograr un bienestar económico y un modo de vida idéntico al de la burguesía". Esto era una consecuencia necesaria del hecho de que el marxismo es una ideología burguesa, nacida en el mismo terreno que el liberalismo y compartiendo con éste una valoración de la vida en términos exclusivamente económicos.
La responsabilidad de esta situación recae en gran parte sobre la socialdemocracia que "no es otra cosa que liberalismo popularizado" que ha obstinado al trabajador en su egoísmo de clase buscando convertirlo en burgués. Esta actitud del S.P.D. es la que le ha llevado después de 1918 no a la realización de la indispensable revolución nacional y social sino "a la búsqueda de cargos para sus dirigentes" y a convertirse en una "oposición" dentro del sistema capitalista, pero no en un partido revolucionario: "el S.P.D. es un partido liberal y capitalista que emplea una terminología socialrevolucionaria para engañar a los trabajadores". Este análisis es el que lleva a Niekisch a decir que todas las formas de socialismo basadas en consideraciones humanitarias son "tendencias corruptoras que disuelven la sustancia de la voluntad guerrera del pueblo alemán".
Muy influido por el "decisionismo" de Carl Schmitt, la actitud de Niekisch hacia el K.P.D. es mucho más matizada. En primer lugar, y en oposición al S.P.D., firmemente asentado en las concepciones burguesas, el comunismo descansa "sobre instintos elementales". Especialmente aprecia Niekisch en el K.P.D. su "estructura autocrática", su "aprobación en voz alta de la dictadura". Estas características posibilitan que pudiera utilizarse el comunismo como "medio" y que se pudiera recorrer junto con él "una parte del camino". Niekisch acogió con esperanza el "Programa de Liberación Nacional y Social" del K.P.D. (24 de agosto de 1930) en el que se declaraba la lucha total contra las reparaciones y el orden de Versalles, pero cuando este se reveló como mera táctica -orientada a frenar los crecientes éxitos del N.S.D.A.P.-, al igual que lo había sido la "línea Schlageter" en 1923. Niekisch denunció la mala fe de los comunistas en el problema nacional y los calificó de incapaces para realizar la tarea a la que él aspiraba porque eran "sólo socialrevolucionarios" y además "poco revolucionarios".
El papel dirigente en el partido revolucionario debería corresponder, pues, a un "nacionalista" de nuevo cuño, sin conexiones con el viejo nacionalismo (es significativo que Niekisch considerara al partido tradicional de los nacionalistas, el D.N.V.P., como incapaz para llevar a cabo la resurrección alemana porque se orientaba hacia la época guillermina, definitivamente desaparecida). El nuevo nacionalismo debía ser socialrevolucionario, incondicionado, dispuesto a destruir todo lo que obstaculizara la independencia alemana y el nuevo nacionalista, entre cuyas tareas estaba la de utilizar al obrero comunista revolucionario, debería tener la característica fundamental de querer sacrificarse y querer servir. Según una bella imagen de Niekisch, el comunismo no sería otra cosa que "el humo que inevitablemente asciende donde un mundo comienza a arder".
Se ha visto la imagen ofrecida por Niekisch de la secular decadencia alemana, pero en el pasado alemán no todo es sombrío; hay un modelo hacia el que Niekisch se volverá permanentemente: la vieja Prusia, o, como él dice: "la idea de Postdam", una Prusia que con su mezcla de sangre eslava puede ser el antídoto contra la Alemania romanizada. Es así como exigirá desde los primeros números de "Widerstand" la resurrección de "una Alemania prusiana, disciplinada y bárbara, más preocupada del poder que de las cosas del espíritu". ¿Qué significaba exactamente Prusia para Niekisch? O. E. Schüddekopf lo ha indicado exactamente al decir que en la "idea de Postdam" Niekisch veía todas las premisas de su nacional-bolchevismo: "El Estado Total, la economía planificada, la alianza con Rusia, el estado de espíritu antirromano, la defensa contra el Oeste, contra Occidente, el incondicionado estado guerrero, la pobreza... ". En la idea prusiana de soberanía reconoce Niekisch la idea que necesitan los alemanes: la del "Estado Total", necesaria en cuanto que Alemania, amenazada por un entorno hostil debido a su situación geográfica, necesita convertirse en un estado militar. Este Estado Total debe ser un instrumento de combate al que debe subordinarse todo -economía tanto como cultura y ciencia- para que el pueblo alemán obtenga su libertad. Es evidente para Niekisch -y aquí hay que buscar una de las razones más poderosas de su nacionalbolcvhevismo- que el estado no puede depender de una economía capitalista en la que oferta y demanda determinan el mercado; al contrario, la economía debe estar subordinada al estado y sus necesidades.
Durante cierto tiempo Niekisch confió en determinados sectores de la Reichswehr (pronunció muchas de sus conferencias en este ambiente militar) para realizar "la idea de Postdam", pero a comienzos de 1933 se distanció de la concepción de una "dictadura de la Reichswehr" pues no le parecía lo suficientemente "pura" y "prusiana" para ser la portadora de la "dictadura nacional", y esto se debía, por cierto, a sus conexiones con las fuerzas del dinero.
Otro de los aspectos clave del pensamiento de Niekisch es la primacía concedida a la política exterior (la única política verdadera para Spengler) sobre la interior. Sus concepciones al respecto están fuertemente marcadas por Maquiavelo (de quien Niekisch era un gran admirador, llegando a firmar varios de sus artículos con el seudónimo de Niccolo), y por su amigo Karl Hausofer. Del primero se conservará siempre su Realpolitik, su convicción de que la verdadera esencia de la política es siempre la lucha entre estados por el poder y la supremacía, del segundo aprenderá a pensar según dimensiones geopolíticas, considerando que en la situación de entonces y con mayor motivo en la actual -sólo tienen peso en la política mundial los estados construidos sobre grandes espacios- y como en 1930 la Europa Central no sería por sí sola más que una colonia americana, sometida no sólo a la explotación económica, sino a la "banalidad, a la nulidad, al desierto y a la vacuidad de la espiritualidad americana", Niekisch propone un gran Estado "desde Vladivostok hasta Vlessingen", es decir, un bloque germano-eslavo dominado por el espíritu prusiano en el que imperaría el único colectivismo que puede soportar el orgullo humano: el militar.
Aceptando decididamente el concepto de "pueblos proletarios" (como lo harían los fascistas de izquierda), el nacionalismo de Niekisch era un nacionalismo de liberación, desprovisto de chauvinismo, cuyos objetivos debían ser la destrucción del orden europeo surgido de Versalles y la liquidación de la Sociedad de Naciones, instrumento de las potencias vencedoras.
En un primer momento de su pensamiento, Niekisch soñaba con un "juego en común" de Alemania con los dos países que habían sabido rechazar la "estructura intelectual" occidental: la Rusia bolchevique y la Italia fascista (es una coincidencia más de las muchas que hay entre Niekisch y Ramiro Ledesma). En su programa de abril de 1930 pedía "relaciones públicas o secretas con todos los pueblos que sufren como el pueblo alemán de la opresión por las potencias imperialistas occidentales" (7-1). Entre estos pueblos contaba a la U.R.S.S. y a los pueblos coloniales de Asia y África. Más adelante veremos su evolución respecto al fascismo, ahora nos ocuparemos de la imagen que Niekisch tenía de la Rusia soviética. Ante todo, hemos de decir que esta imágen no era privativa de Niekisch, sino que era patrimonio común de casi todos los exponentes de la Revolución Conservadora y del nacional-bolchevismo desde Moeller van den Bruck, y lo sería también de los más lúcidos fascistas de izquierda: Ledesma Ramos y Drieu la Rochelle. Porque, en efecto, Niekisch consideraba a la revolución rusa de 1917 ante todo como una revolución nacional. Mucho más que como una revolución social. Rusia, que se encontraba en peligro de muerte por la infiltración de los valores occidentales ajenos a su esencia, "incendió de nuevo Moscú" para acabar con sus invasores, empleando como combustible el marxismo. En palabras del mismo Niekisch: "Tal fue el sentido de la Revolución Bolchevique: Rusia, en peligro de muerte, recurrió a la idea de Postdam, la llevó hasta el extremo, casi hasta la desmesura, y creó este estado absoluto de guerreros que somete la misma vida cotidiana a la disciplina militar, cuyos ciudadanos saben soportar el hambre cuando hay que batirse, toda cuya vida está cargada hasta la explosión de una voluntad de resistencia". Kerenski había sido solamente un testaferro de occidente que quería introducir la democracia burguesa en Rusia (Kerenski era, desde luego, el hombre en quien confiaban las potencias de la Entente para que Rusia continuara a su lado la guerra contra Alemania); la Revolución Bolchevique había sido dirigida contra los estados imperialistas de occidente y contra la propia burguesía extranjerizante y antinacional.
Consecuente con esta interpretación, Niekisch definirá el leninismo como "lo que queda del marxismo cuando un hombre de Estado genial lo utiliza para fines de política nacional" y citará con frecuencia la célebre frase de Lenin que se convertirá en un leit-motiv de todos los nacional-bolcheviques "Haced de la causa del pueblo la causa de la nación y la causa de la nación se convertirá en la causa del pueblo". En las luchas por el poder que tuvieron lugar en la jefatura soviética tras la muerte de Lenin, las simpatías de Niekisch iban dirigidas a Stalin, su hostilidad hacia Trotski (actitud compartida entre otros muchos por Ersnt Jünger y los Strasser). Trotski y sus partidarios encarnaban a los ojos de Niekisch a las fuerzas occidentales, el veneno del oeste, las fuerzas de descomposición hostiles a un orden nacional en Rusia. Por esto acogió con satisfacción la victoria de Stalin y dio a su régimen el calificativo de "organización de la defensa nacional que libera los instintos viriles y combatientes". El Primer Plan Quinquenal en el curso de la época en que Niekisch escribía era "un prodigioso esfuerzo moral y nacional destinado a lograr la autarquía". Era pues el aspecto político-militar de la planificación el que fascinaba a Niekisch, los aspectos socio-económicos (como en el caso de su valoración del K.P.D.) apenas le interesaban. Es así como pudo acuñar la fórmula: Colectivismo más planificación igual a militarización del pueblo. Lo que Niekisch apreciaba en Rusia es exactamente lo contrario de lo que pudo atraer a los actuales intelectuales marxistas degenerados: "la violenta voluntad de producción para fortalecer y defender el Estado, la barbarización consciente de la existencia... la actitud guerrera, autocrática, de la élite dirigente, que gobierna dictatorialmente, el ejercicio como forma de practicar la áscesis por un pueblo...". Era lógico que Niekisch viera en la Unión Soviética el compañero ideal de alianza para Alemania, ya que encarnaba los valores antioccidentales por los que abogaba Niekisch. Además, hay que tener en cuenta que en aquella época la U.R.S.S. era un Estado aislado visto con recelo por los países occidentales y excluído de todo sistema de alianzas, por no decir rodeado de Estados hostiles que eran prácticamente satélites de Francia e Inglaterra (Estados Bálticos, Polonia, Rumania), a lo que hay que añadir que hasta bien entrada la década de los treinta, la U.R.S.S. no formó parte de la Sociedad de Naciones ni tuvo relaciones diplomáticas con los EE.UU.
Niekisch consideraba que una alianza Rusia-Alemania era necesaria también para la primera, pues "Rusia tiene que temer a Asia" y sólo un bloque desde el Atlántico al Pacífico podría contener "la marea amarilla" de la misma forma que sólo con la colaboración alemana podría Rusia explorar los inmensos recursos de Siberia. Hemos visto porque razones Rusia se le aparecía a Niekisch como un modelo. Pero no se trataba para Alemania de copiar la idea bolchevique, de aceptarla sin más. Alemania -y aquí Niekisch comparte la opinión de todos los nacionalistas- debe buscar sus propias ideas y formas y si Rusia era ejemplar, la razón era que había organizado su Estado siguiendo la "ley de Postdam" y ésta debía volver a inspirar a Alemania organizando un Estado total antioccidental, Alemania no imitaba a Rusia, sino que recuperaba su especificidad, enajenada durante todos aquellos años de sometimiento al extranjero y que se había encarnado en el Estado ruso.
Aunque los acuerdos con Polonia y Francia tanteados por Rusia serán observados con inquietud por Niekisch, éste defenderá apasionadamente a la Unión Soviética contra las amenazas de intervención y contra las campañas llevadas a cabo contra ella por las confesiones religiosas: "el imperialismo católico 'romano' y sus lastimosos aliados protestantes", fue para Niekisch "una participación de Alemania en la cruzada contra Rusia que significaría... un suicidio. Este sería el reproche más esencial y convincente de Niekisch contra el nacionalsocialismo, con lo cual llegamos a un punto que no deja de provocar cierta perplejidad: la actitud de Niekisch frente al nacionalsocialismo.
Y esta perplejidad no es sólo nuestra; durante la época que estudiamos, Niekisch era visto por sus contemporáneos más o menos como un "nazi". Desde luego, la revista paracomunista "Aufbruch" le metía en el mismo saco que a Hitler en 1932; más matizada, la revista soviética "Moskauer Rundschau" (30 de noviembre de 1930) calificaba su libro "Entscheidung" de "obra de un romántico que ha sacado de Nietzsche su tabla de valores". Para críticos modernos como Armin Mohler "mucho de lo que Niekisch había exigido durante años será realizado por Hitler" y Fayé señala que la polémica contra los nacionalsocialistas, por el lenguaje que emplea "le coloca en el terreno de éstos". ¿Qué es por tanto, lo que llevó a Niekisch a oponerse al nacionalsocialismo?
Desde una óptica retrospectiva, Niekisch considera al N.S.D.A.P. hasta 1923 como un "movimiento nacionalrevolucionario genuinamente alemán", pero desde la nueva fundación del partido en 1925, éste le merece otro juicio al igual que se modificará su valoración del fascismo italiano. Lo esencial de las críticas de Niekisch hacia el nacionalsocialismo se encuentra en un folleto de 1932 "Hitler, ein deutsches Verhägnis" ("Hitler, una fatalidad alemana") que apareció ilustrado con impresionantes dibujos de un artista de valor: A. Paul Weber. Dupeux señala acertadamente que estas críticas no se efectúan desde el punto de vista del humanitarismo y la democracia como es habitual en nuestros días y Sauermann le califica de "adversario en el fondo esencialmente semejante".
Niekisch consideraba como "católico", "romano" y "fascista" el hecho de dirigirse a las masas, llegó a expresar el "absurdo" (Dupeux), de: "quien es nazi será pronto católico". En esta crítica hay que ver para intentar comprenderla, la manifestación de una actitud muy común en todos los autores de la revolución conservadora que despreciaban como "demagogia" todo trabajo entre las masas y hay que recordar también que Niekisch no fue jamás un táctico ni un "político práctico".
Hay que relacionar asimismo su desconfianza hacia el nacionalsocialismo con los orígenes austríacos y bávaros de éste pues ya vimos que Niekisch consideraba con recelo a los alemanes del sur y del oeste como influidos por la romanización. Por otra parte, Niekisch reprocha al nacionalsocialismo su "democratismo" rousseauniano que cree en el pueblo. Para Niekisch, lo esencial es el Estado, siempre desarrolló un verdadero "culto del Estado", incluso desde su época socialdemócrata por lo que resulta por lo menos grotesco calificarlo de "sindicalista ácrata" (sic). Niekisch cometió errores graves en su estimación del nacionalsocialismo, como tomar en serio el "juramento de legalidad" pronunciado por Hitler en el curso del proceso al teniente Scheringer, sin sospechar que se trataba de mera táctica (en palabras de Lenin, un revolucionario debe saber utilizar todos los recursos legales e ilegales, servirse de todos los medios según la situación y esto Hitler lo realizó a la perfección), y considerar que Hitler se hallaba muy lejos del poder... en enero de 1933. Estos errores pueden muy bien explicarse, como ha hecho Sauermann, por el hecho de que Niekisch juzgaba al N.S.D.A.P. más basándose en su propaganda electoral que en el estudio de la verdadera esencia de este movimiento.
Sin embargo, el reproche fundamental concierne a la política exterior. Para Niekisch, repetidamente su admiración hacia Stalin en contraste por el absoluto desprecio que sentía hacia Roosevelt y Churchill. En marzo de 1937 Niekisch es detenido junto con setenta de sus partidarios (gran número de miembros de los círculos Resistencia habían cesado en su actividad, significativamente, al constatar que Hitler estaba llevando a cabo realmente la demolición del Diktat de Versalles que ellos habían combatido tanto). En enero de 1939 es juzgado ante el Tribunal Popular acusado de alta traición e infracción de la ley de fundación de nuevos partidos, y condenado a cadena perpetua. Parece que los cargos que más pesaron contra él fueron los manuscritos encontrados en su casa en los que criticaba a Hitler y otros dirigentes del III Reich. Fue encarcelado en la prisión de Brandenburgo hasta el 27 de abril de 1945 en que es liberado por tropas soviéticas, casi completamente ciego y semiparalítico.
En el verano de 1945 entra en el K.P.D., que, después de su fusión en zona soviética con el S.P.D. en 1946 se denominará Partido Socialista Unificado de Alemania (S.E.D.) y es elegido al Congreso Popular como delegado de la Liga Cultural. Desde este puesto aboga por una vía alemana al socialismo y se opone desde 1948 a las tendencias a la división permanente de Alemania. En 1947 es nombrado profesor en la Universidad Humboldt de Berlín y en 1949 director del "Instituto de Investigación del Imperialismo"; en este año publica un estudio sobre el problema de la élite en Ortega y Gasset. Niekisch no era desde luego, un "colaboracionista" servil: desde 1950 se hace claro que los rusos no quieren una "vía alemana" al socialismo, sino solamente tener un satélite dócil (igual que los americanos en la República Federal Alemana). De acuerdo con su costumbre, hace sus críticas abiertamente y va cayendo poco a poco en desgracia; en 1951 su clase es suspendida y el Instituto cerrado. En 1952 tiene lugar su excomunión definitiva en el órgano oficial del Comité Central del S.E.D. a propósito de su libro de 1952 "Europäische Bilanz". Niekisch es acusado de "...llegar a erróneas conclusiones pesimistas porque, a pesar del ocasional empleo de terminología marxista, no emplea el método marxista... su concepción de la historia es esencialmente idealista...". El golpe final lo constituyen los acontecimientos del 17 de junio de 1953 en Berlín, que Niekisch considera como una legítima sublevación popular. La subsiguiente represión destruye sus últimas esperanzas en la R.D.A. y se retira de la política.
A partir de ahora, Niekisch, viejo y enfermo se dedica con sus memorias a intentar dar a su antigua actitud de resistencia el sentido de oposición a Hitler, intentando borrar las huellas de su oposición al liberalismo. En esto fue ayudado por el círculo de sus pocos partidarios de antaño que habían sobrevivido. El más influyente de ellos fue su antiguo lugarteniente Josef Drexel, antiguo miembro del Bund Oberland y convertido en la segunda postguerra en el magnate de la prensa de Franconia. Esta tentativa puede explicarse, además por el mencionado estado de Niekisch, por sus pretensiones de lograr de la R.F.A. (vivía en Berlín oeste) una pensión por sus años de cárcel. Esta pensión le será siempre negada, a través de una interminable cadena de procesos. Los tribunales basaron su negativa en dos puntos: Niekisch había formado parte de una secta nacionalsocialista (sic) y había colaborado posteriormente en la consolidación de otro totalitarismo: el de la R.D.A.
Lo que hay que pensar de estos intentos de hacer inocuo a Niekisch se deduce de lo expuesto hasta aquí. La historiografía más reciente los ha desbaratado por completo.
El 23 de mayo de 1967, prácticamente olvidado, moría Niekisch en Berlín.
A pesar de que sus obras anteriores a 1933 son casi imposibles de encontrar por no haber sido reeditadas y haber desaparecido en gran parte de las bibliotecas A. Mohler señala que Niekisch vuelve a hacerse virulento, y fotocopias de sus escritos circulan de mano en mano entre los jóvenes alemanes desengañados del neomarxismo (Marcuse, Escuela de Frankfurt). La crítica histórica le concede cada vez mayor importancia como muestra la pequeña nota bibliográfica incluida a continuación de este hombre que se opuso a todos los regímenes habidos en la Alemania del siglo XX, hay que decir que jamás obró movido por el oportunismo. Sus cambios de orientación fueron siempre producto de su incesante búsqueda de un Estado que garantizara la liberación de Alemania y del instrumento adecuado para lograr este objetivo. Sus sufrimientos -reales- merecen el respeto debido a quienes mantienen consecuentemente sus ideas. Niekisch podría haber seguido una carrera burocrática en el S.P.D., haber aceptado el espléndido puesto ofrecido por Gregor Strasser, haberse exiliado en 1933, haberse callado en la R.D.A. ...pero siempre fue fiel a su ideal y obró como creía que debía hacerlo sin tener en cuenta la disposición -explicitada en "Mein Kampf"- de Hitler a un entendimiento con Italia e Inglaterra y la hostilidad a Rusia eran los errores esenciales del nacionalsocialismo, pues esa orientación haría de Alemania un "gendarme de occidente". Esta crítica es mucho más coherente que las anteriores. La absurda confianza de Hitler en poder llegar a un acuerdo con Inglaterra, le haría cometer graves errores (Dunkerque por citar uno), sobre su alianza con Italia, determinada por el sentimiento y no por los intereses, lo que es fatal en política, él mismo se explicaría abundante y amargamente. Por lo que respecta a la U.R.S.S. entre los colaboradores de Hitler, Goebbels siempre fue partidario de un entendimiento, incluso de una alianza con ella, y ello no sólo en la época de su colaboración con los Strasser, sino hasta el mismo final del III Reich, como ha demostrado inequívocamente su último jefe de prensa Wilfred von Owen en su Diario ("Finale Furioso. Mit Goebbels bis zum Ende") editado por vez primera -en alemán- en Buenos Aires (1950) prohibido en Alemania hasta 1974, en que apareció en la prestigiosa Grabert-Verlag de Tübingen, y esto mal que les pese a los antisoviéticos y pro-occidentales profesionales.
La denuncia que Niekisch realizó de toda cruzada contra Rusia adquirió tonos proféticos cuando evocaba en una imagen sobrecogedora "las sombras del momento en que las fuerzas... de Alemania, dirigidas contra el este, despilfarradas, excesivamente tensas, estallen... ".
"Quedará un pueblo agotado, sin esperanza y el orden de Versalles será más fuerte que nunca". No cabe duda que Ernst Niekisch ejerció durante los años 1926-1933 una influencia real en la política alemana a través de la difusión y aceptación de sus escritos en los ambientes nacionalrevolucionarios que lucharon contra el sistema de Weimar. Esta influencia no debe ser medida, ciertamente, en términos cuantitativos: la actividad de Niekisch nunca se orientó a la conquista de las masas ni el carácter de sus ideas era el más adecuado para ello. Para dar algunas cifras, diremos que su revista "Widerstand" tenía una tirada que oscilaba entre los 3.000 y 4.500 ejemplares, lo que está lejos de ser despreciable para la época y más tratándose de una revista bien presentada y de alto nivel intelectual; los círculos Resistencia agrupaban unos 5.000 simpatizantes, de los cuales unos 500 eran políticamente activos. Esto es poca cosa comparado con los grandes partidos de masas, pero la influencia de las ideas de Niekisch debe valorarse teniendo en cuenta sus conferencias, el círculo de sus amistades, al que ya nos hemos referido, sus relaciones en los ambientes militares, su actividad editorial y, sobre todo, la especial atmósfera de la Alemania de aquellos años, en la que las ideas transmitidas por "Widerstand" encontraban un ambiente muy receptivo en las ligas paramilitares, el movimiento juvenil, las innumerables revistas afines y también en las grandes agrupaciones como el N.S.D.A.P. el Stahlhelm y cierto sector de militantes del K.P.D. (como se sabe el paso de militantes del K.P.D. hacia el N.S.D.A.P. y a la inversa, fue un fenómeno muy común en los últimos años de la República de Weimar, aunque los historiadores modernos admiten que hubo una mayor proporción de revolucionarios que recorrieron el trayecto en el primer sentido, aun antes de la llegada de Hitler al poder). Con estas breves observaciones puede tenerse por cierto que la influencia de Niekisch fue mucho mayor de lo que haría pensar la mera consideración del número de sus simpatizantes.
El 9 de marzo de 1933, Niekisch es detenido por un grupo de S.A. y su domicilio registrado. Es puesto en libertad inmediatamente, pero la revista "Entscheidung", fundada en el otoño de 1932 es suspendida, Widerstand, por el contrario continúa apareciendo hasta diciembre de 1934 y la editorial del mismo nombre publica libros hasta bien entrado 1936. A partir de 1934 Niekisch viaja por casi todos los países de Europa, donde parece haber tenido contactos con círculos de la emigración. En 1935, en una visita a Roma, es recibido por Mussolini. No deja de emocionar representarse esta entrevista distendida y cordial entre dos grandes hombres que habían comenzado su carrera política en las filas del socialismo revolucionario. A la pregunta de Mussolini de qué tenía contra Hitler, Niekisch respondió: "Asumo vuestras palabras sobre los pueblos proletarios". Mussolini replicó: "Eso es lo que yo digo siempre a Hitler". (Recuérdese que éste escribió a Mussolini una carta -6 de marzo de 1940- en la que explicaba su acuerdo con Rusia porque "lo que ha llevado al nacionalsocialismo a la hostilidad contra el comunismo es sólo la postura -unilateral- judaico-internacional, y no, en cambio, la ideología del Estado -stalinista- ruso-nacionalista"). Durante la guerra, Hitler expresaría las consecuencias personales que pudieran derivarse. Su colaboración con el S.E.D. puede comprenderse, y más a la vista de como acabó.
Hoy que Europa está sometida a los pseudovalores del "Occidente" americanizado, sus ideas y su lucha continúan teniendo un valor ejemplar. Es lo que comprendieron los nacionalrevolucionarios de "Sache des Volkes" cuando, en 1976, colocaron en la antigua vivienda de Niekisch una placa con su frase: "O somos un pueblo revolucionario o dejamos definitivamente de ser un pueblo libre".

sábado, 17 de noviembre de 2007

JORNADAS DE LA DISIDENCIA




Artículos de Metapolítica




MADRID (ESPAÑA) [13/11/07] II JORNADAS DE LA DISIDENCIA
Tal y como estaba previsto el viernes, 9 de noviembre, se iniciaban en Madrid las II Jornadas de la Disidencia organizadas por el Frente Cultural del Movimiento Social Republicano, el Círculo de Estudios La Emboscadura (CELE).
Tras la instalación de casi una veintena de stands de distintas asociaciones culturales, editoriales y organizaciones políticas, como Devenir Europeo, Primavera, Edenia, Plataforma 2003, Ediciones Nueva República, Ojeda, Acervo, García Hispán, VoxNR, NATION, etc. se procedía a la apertura de las Jornadas de la mano del Presidente del CELE, Antonio Ledesma, el cual dio la bienvenida a los asistentes y expuso el objetivo de las mismas.
A continuación tomaban la palabra José García Hispán y Juan Antonio Llopart, ambos editores, y ambos, represaliados por el Sistema, dejando evidente la mentira de la libertad de expresión. En sus intervenciones dejaron patente la voluntad, no tan solo de mantener su trabajo editorial, si no la necesidad de mantener la editoriales como vehículo necesario para la formación cultural y política.
Tras un breve descanso se procedió a una charla de tres de los buques-insignia de la escena nacional-revolucionaria europea en la que tomaron la palabra Hervé Van Laethem, Consejero Nacional del partido político belga Movimiento NATION, Antonio Martínez Cayuela, Secretario General del MSR, y Atilio Carelli, Vice-Presidente del Comité Central del MS-Fiamma Tricolore. Los tres dirigentes social-patriotas expusieron la situación política en la que se encuentran sus respectivos países, así como, el trabajo político que realizan. Cabe destacar, el saludo enviado por el Secretario Nacional de la MS-FT, Luca Romagnoli, a los organizadores y que fue leído por Atilio Carelli. Tras un interesante turno de preguntas, se procedió a dar por terminada las actividades del viernes.
El sábado, día 10, se iniciaba una jornada muy cargada de actividades. A las 10:30 de la mañana, Tomislav Sunic, profesor, diplomático y escritor croata, que estuvo exiliado durante más de una década en EEUU por sus posicionamientos políticos en la antigua Yugoslavia, nos departía una brillante conferencia sobre “La génesis de lo políticamente incorrecto”, en la que el profesor apuntó la decadencia espiritual de Europa provocada por la colonización cultural y militar norteamericana, impregnada de una filosofía puritano-sectario-marxista. Una vez finalizada, y tras el correspondiente turno de preguntas, la organización del acto entrego un ramo de flores a la sra. Visnja Pavelic, hija de Ante Pavelic, de 85 años, la cual estuvo presente durante todas las actividades que se desarrollaron durante la celebración de las Jornadas demostrando que la edad no supone un impedimento para seguir luchando por unas ideas.
A continuación se procedía a la presentación de distintas publicaciones y libros. Jordi Garriga, director de la revista Nihil Obstat, antes de presentar a los asistentes el libro “Robinsón Literario” del escritor José Luis Ontiveros, leyó el saludo de apoyo y amistad enviado a los organizadores de las Jornadas por el autor mexicano. Roberto Segura presentó su libro, “Pensamientos de la Sabiduría Occidental”, sin lugar a dudas una excelente recopilación de aforismos. Erik Norling presentaba el último número de la revista Nihil Obstat dedicado, entre otros temas, a los autores “malditos” Celine, Drieu la Rochelle, Muñoz Seca y Jean Cau.
Por último tomó la palabra el historiador, Joaquim Bochaca, el cual procedió a la lectura del ganador del primer Concurso Literario de Novela Corta Disidente, organizado por el CELE y ENR. El premio recayó “ex aequo” a las novelas “El Militante” de Jaime Lamber y “Bajo un cielo rojo” de Antonio Dacio. Así mismo, Ediciones Nueva República decidió premiar con su publicación, las novelas, “Entre la vida y la muerte” y “Quisimos transformar España”.
Tras estas intervenciones se procedió a realizar un receso para el almuerzo. A las 16:00 horas, Alain Soral, escritor e intelectual francés, antiguo dirigente comunista y miembro, en la actualidad, del Frente Nacional de Jean Marie Le Pen. Presidente de “Egalité & Réconciliation”, asociación que pregona la reconciliación nacional y la unión entre la izquierda patriótica y la derecha anti-financiera, pronunció una interesantísima conferencia titulada “¿Qué alternativa hay al mundo burgués?” en la que abogó por la destrucción de la Unión Europea de los capitalismos para crear EUROPA, bajo un orden económico justo y social y defensor de las identidades nacionales.
Atilio Carelli, Vice-Presidente de MS-Fiamma Tricolore, impartió a continuación, y tras el permitente receso, una conferencia titulada “Varios aspectos de la agresión mundialista”, en la cual, y de forma muy amena, hizo un recorrido histórico por distintos hechos acaecidos en Europa y el mundo árabe, antes y después, de la derrota militar de los fascismos europeos, para concluir que era necesario reforzar las posiciones anti-imperialistas en contra del poder hegemónico de los EEUU.
El director de VoxNR, Christian Bouchet, se dirigió a los asistentes, haciendo un esfuerzo mayúsculo en castellano, para dar a conocer las iniciativas culturales que se desarrollan en Francia por parte de los movimientos Nacional-Revolucionarios, abogando personalmente por la estrategia del “frente unido antisistema”.
Debido a problemas de horario motivado por las muchas preguntas del público asistente a los conferenciantes, se retrasó al domingo la mesa redonda que estaba prevista seguidamente, por lo que tras un receso se continuo con la conferencia de Eduardo Connolly, “Tintín, Hergé: Políticamente Incorrectos”, la cual, y sin ninguna duda, despertó la curiosidad de todos los presentes que agradecieron el estilo y la comunicación del conferenciante, que mantuvo en todo momento el interés de todos los asistentes, a pasar de la hora y de las larga jornada de intensas e interesantes conferencias.
A las 22:30 comenzaba, en otra ubicación, la velada musical. El local se quedo pequeño para escuchar al grupo de “Modern European Folk” italiano CONTEA capitaneado por Francesco Mancinelli, militante revolucionario de la escena de su país desde hace décadas. Interpretaron, entre otras, las canciones “Altaforte”, “Dedicato all’ Europa”, “Piccolo Attila” “Claretta e Ben”, “Sulla Strada”... Sin lugar a dudas, fue un gran acierto invitar a este grupo musical a las Jornadas, pues todos los asistentes celebraron sus canciones con grandes aplausos y las siguieron con sus voces. La velada musical acabó con las canciones de la joven cantante Mara Ros, que emocionó al público presente con su cálida voz, interpretando varias baladas y culminando su actuación con un dúo con Francesco Mancinelli.
El Domingo 11 empezaba puntualmente a las 10:30 para todos nosotros, y como no podía ser de otra forma en unas Jornadas Culturales, con una conferencia, en esta ocasión, con una intervención del prolífico escritor e historiador catalán, Joaquim Bochaca, titulada “La Nueva Inquisición”, en la que el orador dejó patente la hipocresía del sistema democrático occidental que dice promover la libertad de expresión pero no advierte cuando uno se está expresando en contra de este sistema de que va a ser reprimido y condenado.
Tras esta conferencia, se realizó la mesa redonda que se tuvo que posponer por falta de tiempo el sábado: Hervé Van Laethem, Christian Bouchet, Antonio Martínez Cayuela y Saverio Fontana, dirigente del nuevo partido político italiano Sinistra Nazionale y de Progetto Torino, debatieron en torno a las posibles Alternativas al Sistema. El presentador del debate propuso tres preguntas: ¿qué tipo de organización debe de ser la que combata al Sistema, un partido o un movimiento ajeno al juego electoral?, ¿quiénes formarían esta organización: los veteranos y clásicos militantes, nuevas generaciones de jóvenes entusiastas, militantes de la izquierda o el público en general? Y ¿cuál es la alternativa que debe tomar una organización unificada a nivel europeo: la acción regional o la acción global? Los cuatro oradores concluyeron coincidiendo en que es necesaria la acción de movimientos populares alternativos que trabajen en distintos ámbitos sociales, alrededor de un partido organizado y potente que encauce su voz al terreno electoral; que todo el pueblo está llamado a participar en estos movimientos; y que para derrocar y construir un nuevo sistema es necesario “actuar localmente, pensar globalmente”.
Para finalizar estas II Jornadas de la Disidencia, Erik Norling, cerró el capítulo de conferencias, con una titulada “Del Eurofascismo al patriotismo europeísta”. Norling hizo un repaso a las ideas europeístas en los movimientos social-patrióticos europeos, haciendo mención al político belga Jean Thiriart, al movimiento Joven Europa y a las propuestas de la Europa de las patrias y a la Europa de los pueblos que han ido proponiendo estos movimientos. Nos habló de la Europa Unida, de la importancia de Rusia y de la necesidad de la unidad continental europea.
A las 14:00, Juan Antonio Llopart, dirigía unas breves palabras a los asistentes para agradecer a todos los conferenciantes su participación, a las asociaciones que durante los tres días mantuvieron sus stands; a los asistentes de otras organizaciones que acudieron a escuchar a los conferenciantes, a todos los asistentes en general, y a todos los militantes del MSR que han trabajado, cada uno en su función, para que estas Jornadas fueran un éxito.
En resumen, más de 250 personas pasaron por las distintas actividades programadas en estas II Jornadas de la Disidencia, los conferenciantes que participaron dieron un gran nivel a las Jornadas, la cultura estuvo también presente con libros, publicaciones, cuadernos formativos, y con la exposición de más de 50 cuadros conmemorativos de los 75 años de Tintín y los 100 de Hergé. Las imágenes de Drieu la Rochelle, de Ezra Pound, de Brasillach, de Mircea Eliade, de Muñoz Seca, de Julius Evola y de Arno Breker que presidieron en un lugar destacado el lugar en que se desarrollaron las Jornadas volverán a estar presentes el próximo año. Como rezaba un cartel del Círculo de Estudios La Emboscadura, estas Jornadas son “Para los que creen que el dinero no es más importante que las ideas…” por ello, y gracias a todos los participantes, nosotros, desde ya, nos ponemos a trabajar en las III Jornadas de la Disidencia.

martes, 28 de agosto de 2007

Alexander Duguin y el Nacionalbolchevismo


Artículos de Metapolítica
Aleksandr Dughin
LA DEFINICIÓN APLAZADA
El término "Nacional-Bolchevismo" puede indicar imágenes muy diversas. En sí, emergió en Alemania y en Rusia para reflejar la intuición, por parte de algunos teóricos políticos, del carácter nacional de la Revolución bolchevique de 1917, carácter oculto a la fraseología del marxismo internacionalista ortodoxo. En el contexto ruso, "nacional-bolchevique" fue la denominación habitual de aquellos comunistas orientados hacia la conservación del Estado y (consciente o inconscientemente) continuadores de la línea geopolítica de la misión de la Gran-Rusia. Pero "nacional-bolcheviques" rusos se encuentran tanto entre los blancos (Ustrialov, los "smeno-vekhovisij", los euroasiáticos de izquierda) como entre los rojos (Lenin, Stalin, Radek, Lezhnev, etc.) (1). En Alemania el fenómeno análogo se asoció a las formas de nacionalismo de extrema izquierda de los años 20 y 30 del siglo XX, en cuyos ambientes se daba una combinación de ideas socialistas no-ortodoxas, ideas nacionalistas y actitudes positivas a un entendimiento con la Unión Soviética. Entre los nacional-bolcheviques alemanes, el más coherente y radical fue sin duda Ernst Niekisch; pero en este movimiento también encontramos personajes destacados de la Revolución Conservadora alemana, como Ernst Jünger, Ernst von Salomon, August Winnig, Karl Otto-Paetel, Harro Schulzen-Beysen, Hans Zehrer, así como miembros del Partido Comunista, como Laufenberg e Wolfheim, pero también figuras espontáneas del ala izquierda del NSDAP, como Otto Strasser y Joseph Goebbels. En verdad, el concepto de "Nacional-Bolchevismo", por amplitud y profundidad, atraviesa las corrientes políticas. Todavía hoy, para llegar a una comprensión adecuada, debemos examinar problemas de orden teórico y filosófico de orden más global, concernientes a las definiciones de "derecha" y de "izquierda", de "nacional" y de "social". La doble palabra "nacional-bolchevismo" encierra un significado paradójico. ¿Cómo pueden dos nociones mutuamente excluyentes combinarse en un único término? Independientemente de los éxitos alcanzados por las reflexiones de los nacional-bolcheviques, que se resienten sin duda de las limitaciones del contexto histórico específico, la idea de una aproximación de la izquierda al nacionalismo y de la derecha al bolchevismo se revela inesperada y sorprendentemente fecunda, abriendo nuevos horizontes a la comprensión de la lógica histórica, del desarrollo social y del pensamiento político. Nuestro punto de vista no será un hecho político particular y concreto: si Niekisch escribió esto, si Ustrjalov evaluó un cierto fenómenos de tal modo, si Savitskij apuntó esta argumentación, y demás. Debemos, por el contrario, intentar la observación del fenómeno desde un punto de vista sin precedentes: aquello mismo que lo hizo posible la existencia de tal combinación "nacional y bolchevique". Obrando tal estaremos en condiciones no sólo de describir el fenómeno, sino también de comprenderlo y ―gracias a ello― de comprender muchos otros aspectos de nuestra época paradójica. LA INESTIMABLE CONTRIBUCIÓN DE KARL POPPER. En la ardua tarea de definir la esencia del "nacional-bolchevismo" es difícil algo mejor que la referencia a las investigaciones sociológicas de Karl Popper, y especialmente a su trabajo fundamental "La sociedad abierta y sus enemigos". En esta obra ponderosa, Popper propone un modelo en base al cual todos los tipos de sociedad se reparten en grandes líneas en dos categorías principales: las sociedades abiertas y las sociedades no abiertas, siendo estas últimas obra de los enemigos de la sociedad abierta. Según Popper, las sociedades abiertas se basan en el rol central del individuo y sobre sus características fundamentales: racionalidad, discrecionalidad, ausencia de una teleología global en la acción, etc. El sentido de la sociedad abierta consiste en el rechazo de todas las formas de Absolutos no compatibles con la individualidad y con su naturaleza.. Una sociedad tal es abierta" a causa de la variedad de las combinaciones ilimitadas de los átomos individuales (aunque privados de sentido y de finalidad); teóricamente, una sociedad de este género debiera estar dirigida a conseguir un equilibrio dinámico ideal. El mismo Popper se declara un firme partidario de la sociedad abierta. El segundo tipo de sociedad es definido por Popper como "hostil a la sociedad abierta". Queriendo prevenir las posibles objeciones, no la llama "sociedad cerrada", pero usa frecuentemente el término "totalitaria". En cualquier caso, según Popper, la simple aceptación o rechazo del concepto de "sociedad abierta" constituye un criterio de clasificación para cualquier doctrina política, social o filosófica. Enemigos de la "sociedad abierta" son quienes propugnan todo género de modelos teoréticos fundados sobre el Absoluto, en vez del rol central del individuo. El Absoluto, incluso cuando se elige por libre elección, invade inmediatamente la esfera individual, transforma radicalmente su proceso evolutivo, viola coercitivamente la integridad atomista del individuo sometiéndolo a cualquier otro impulso individual externo. El individuo vienen inmediatamente limitado por el Absoluto, y por lo tanto la sociedad pierde su condición de "apertura" y la posibilidad de un libre desarrollo en todas las direcciones. El Absoluto pone fines y límites, establece dogmas y normas, plasma al individuo como el escultor plasma sus materiales. Popper hace iniciar la genealogía de los enemigos de la "sociedad abierta" con Platón, a quien considera el fundador del totalitarismo en filosofía y padre del "oscurantismo". Después, paso a paso, continúa con Schlegel, Schelling, Marx, Spengler y otros pensadores modernos, todos puestos en común, en su clasificación, por un indicio: la introducción de construcciones metafísicas, éticas, sociológicas y económicas fundadas sobre principios que niegan la "sociedad abierta" y el rol central del individuo. Y sobre este punto Popper es absolutamente justo. El elemento más importante del análisis de Popper es el hecho de que pensadores y políticos sean catalogados como "enemigos de la sociedad abierta" independientemente de sus convicciones de "derecha" o de "izquierda", "reaccionarias" o "progresistas". Popper pone el acento sobre otro punto sustancial y sobre un criterio más fundamental, que unifica ideologías y filosofías en apariencia contradictorias. Marxistas, conservadores, fascistas, algunos social-demócratas, todos ellos pueden ser identificados como "enemigos de la sociedad abierta". Al mismo tiempo, liberales como Voltaire o pesimistas reaccionarios como Schopenhauer pueden descubrirse unidos en el conjunto de los amigos de la sociedad abierta. La fórmula de Popper es esta: o "la sociedad abierta" o "sus enemigos" LA SANTA ALIANZA DEL OBJETIVO La definición más acertada y apreciada de "nacional-bolchevismo", será ahora la siguiente: "El nacional-bolchevismo es la super-ideología común a todos los enemigos de la sociedad abierta". No es sólo una entre las ideologías hostiles a tal sociedad, sino precisamente su antítesis consciente, total y natural. El nacional-bolchevismo es un tipo de ideología que se apoya en la completa y total negación del individuo y en su rol central; y en la cual el Absoluto ―en cuyo nombre el individuo es negado― asume su sentido más amplio y general. Osaremos decir que el nacional-bolchevismo justifica cualquier versión del absoluto, cualquier refutación de la "sociedad abierta". En el nacional-bolchevismo está inscrita la tendencia a universalizar el Absoluto a cualquier coste, a promover una ideología y un programa político tales que sean la encarnación de todas las formas intelectuales hostiles a la "sociedad abierta", reconociendo un común denominador e integrando un bloque conceptual y político indivisible. Naturalmente, en el transcurso histórico, las varias tendencias hostiles a la "sociedad abierta" fueron también hostiles las unas hacia las otras. Los comunistas han negado indignados su semejanza a los fascistas, y los conservadores han negado tener nada que ver con ambas corrientes citadas. En la práctica, ninguno entre los "enemigos de la sociedad abierta" admite ninguna relación con las otras ideologías análogas, considerando al mismo tiempo este parangón como una crítica denigratoria. Al mismo tiempo, las diferentes versiones de la misma "sociedad abierta" se han desarrollado en estrecha unión recíproca, demostrando una clara conciencia de su parentela ideológica y filosófica. El principio del individualismo ha sabido unir a la monarquía protestante inglesa con el parlamentarismo democrático de Norteamérica, donde en sus inicios el liberalismo se combinó graciosamente con la posesión de esclavos. Fueron precisamente los nacional-bolcheviques los primeros en intentar una coalición de las varias ideologías hostiles a la "sociedad abierta"; ellos revelaron la existencia de aquel eje común que ―al parecer de sus adversarios ideológicos ― reunía en torno a sí todas las posibles alternativas al individualismo y a la sociedad por él fundada. Los primeros nacional-bolcheviques históricos construyeron su teoría sobre la base de aquel impulso profundo y casi del todo irreflexivo. El blanco de la crítica nacional-bolchevique fue el individualismo, de "derechas" tanto como de "izquierdas". En la "derecha", el individualismo se expresaba en la economía, en la "teoría del libre mercado"; en la izquierda, en el liberalismo político: la "sociedad igualitaria", la ideología de los "derechos humanos ", y similares. En otras palabras, los nacional-bolcheviques supieron identificar la esencia de su posición metafísica y la de sus adversarios. En el lenguaje filosófico, "individualismo" se identifica prácticamente con "subjetivismo". Si operásemos una lectura de la estrategia nacional-bolchevique a este nivel, podríamos afirmar que el nacional-bolchevismo es netamente contrario a lo "subjetivo" y netamente favorable a lo "objetivo". La cuestión entonces no se pone en los términos materialismo o idealismo, sino en los términos idealismo objetivo y materialismo objetivo (a un lado de la barricada) o idealismo subjetivo y materialismo subjetivo (al otro) (2). Así, la filosofía política del nacional-bolchevismo sostiene la natural unidad de las ideologías fundadas sobre la posición central de lo objetivo, al cual se le confiere un status idéntico a aquel del Absoluto, independientemente de cómo sea interpretado este carácter de los objetivo. Podemos decir que la máxima metafísica suprema del nacional-bolchevismo es la fórmula hinduísta "El Atman es Brahman". En el hinduismo, el "Atman" es el Ser humano supremo, trascendente e indiferente al "yo" individual, pero al mismo tiempo interno a este último como su parte más íntima y misteriosa, huidiza a los condicionamientos de lo inmanente. El Atman es el Espíritu interior, en su sentido objetivo y supraindividual. El "Brahman" es la Realidad Absoluta, que abarca al individuo desde el exterior, el carácter objetivo exterior elevado a su fuente primaria y suprema. La identidad del Arman y el Brahman en su unidad trascendente es el sello de la metafísica hindú y, sobre todo, el punto de partida de la realización espiritual. Se trata de un elemento común a todas las doctrinas sagradas, sin excepción. En todas se presenta la cuestión de la finalidad fundamental de la existencia humana, de la superación del "sí mismo", de la expansión hacia otros límites del pequeño "yo" individual.; el camino que se aleja de este "yo", interior o exterior, conduce al mismo éxito victorioso. De aquí lo paradójico de la tradición iniciática, expresado en la famosa fórmula del evangelio: "quien quiera ganar su vida la perderá". El mismo significado está contenido en la genial afirmación de Nietzsche: "Lo humano es aquello que debe ser superado". El dualismo filosófico entre "subjetivo" y "objetivo" ha influenciado todo el curso de la historia en la esfera más concreta de la ideología, siguiendo las especificaciones de la política y del ordenamiento social. Las diferentes versiones de la filosofía "individualista" se han concretado progresivamente en el campo ideológico del liberalismo y de la política liberal-democrática. Se trata del macro-modelo de "sociedad abierta" del cual se ha ocupado Popper. La "sociedad abierta" es el último y más maduro fruto del individualismo vuelto en ideología y realizándose en una política concreta. Es por ello que nos obligamos a desarrollar el problema de un máximo común modelo ideológico para los autores de la percepción "objetiva", de un programa sociopolítico universal para los "enemigos de la sociedad abierta". El resultado que obtendremos será la ideología del nacional-bolchevismo. En paralelo a la radical innovación de esta filosofía discriminante, operada verticalmente respecto a los esquemas habituales (como idealismo-materialismo), los nacional-bolcheviques señalan una nueva línea de confín en política. Derecha e izquierda son ahora ambas divididas en dos sectores. La extrema izquierda (comunistas, bolcheviques, "hegelianos de izquierda"), vienen a combinarse en la síntesis nacional-bolchevique con los extremistas nacionalistas, estatalistas, sostenedores de la idea del "Nuevo Medievo", en breve, con todos los "hegelianos de derecha" (3). Los enemigos de la "sociedad abierta" han retornado a su terreno metafísico común. LA METAFÍSICA DEL BOLCHEVISMO O MARX VISTO DESDE LA DERECHA Aclaremos ahora el modo de entender los dos componentes de la expresión "nacional-bolchevismo" en un significado puramente metafísico. Como es sabido, el término "bolchevismo" hizo su aparición en el curso del debate interior en el seno del POSDR (Partido Obrero Social-Democrático Ruso), para definir la fracción que se situó junto a las tesis de Lenin. Recordemos que la política de Lenin en el ámbito de la socialdemocracia rusa se caracterizaba en su extrema radicalidad, en el rechazo de los compromisos, en la acentuación del carácter elitista del partido y en el "blanquismo" o teoría de la conspiración revolucionaria. En seguida, los hombres que llevaron a término la Revolución de Octubre y tomaron el poder en Rusia fueron llamados "bolcheviques". Pero, en la fase post-revolucionaria, casi de súbito, el término perdió su significado circunscrito y pasó a ser entendido como sinónimo de "mayoritario", de "política pan-nacional", de "integración nacional" ("bolchevique", en ruso, puede traducirse aproximadamente como "representante de la mayoría"). Se llegó así a una fase en la que el "bolchevismo" fue percibido como una versión nacional, puramente rusa, del comunismo y del socialismo, en contraposición a las abstracciones dogmáticas de los marxistas y, al mismo tiempo, de las tácticas conformistas de las otras tendencias socialdemócratas. Una similar interpretación del bolchevismo" fue en larga medida característica de la Rusia, y fue aquella la que predominó en Occidente. La mención del "bolchevismo" en reacción al término "nacional-bolchevismo" no se limita todavía a este significado histórico. Estamos en presencia de una determinada política, común a todas las tendencias de la izquierda radical de naturaleza socialista o comunista que podemos definir "radical", "revolucionaria" o "antiliberal". La referencia es a aquel aspecto de la teoría de la izquierda que Popper define como "ideología totalitaria" o como "teoría de los enemigos de la sociedad abierta". Por lo tanto, no es posible reducir el "bolchevismo" al influjo de la mentalidad rusa sobre la doctrina de la socialdemocracia. Se trata de una determinada componente siempre presente en todas las filosofías de izquierda, y que puede libremente desarrollarse al margen de las condiciones en la Rusia de 1917. En los últimos tiempos, una cuestión viene interrogando a los historiadores más objetivos: ¿La ideología fascista, es realmente "de derechas"? Y el mismo hecho de expresar esta duda apunta naturalmente en la dirección de la posible interpretación del "fascismo" como fenómeno más bien complejo, que presenta una gran cantidad de trazos típicamente "de izquierda". Y aquí anotamos la cuestión simétrica: ¿el "comunisno", es realmente "de izquierdas"? Tal pregunta no ha llegado a los medios académicos, pero la cuestión se hace urgente: es necesario cubrir esta demanda. Es difícil negar al comunismo trazos auténticamente "de izquierdas", como la apelación a la racionalidad, al progreso, al humanismo, al igualitarismo, etc. Pero, al lado de estos, presenta aspectos que se presentan, sin sombra de duda, al margen de un marco de "izquierdas" y que se asocian a la esfera de lo irracional, del antihumanismo y del totalitarismo. Estos son en su conjunto los elementos de "derechas" presentes en la ideología comunista, que definimos como "bolcheviques" en su sentido más general, Antes, en el mismo marxismo, aparecen dos elementos sospechosos, desde el punto de vista progresista, de ser "auténticamente" de "izquierdas". Se trata de la herencia de los socialistas utópicos franceses y del hegelianismo de izquierdas. Sólo la ética de Feuerbach contrasta con la esencia "bolchevique" de la construcción ideológica de Marx, confiriendo al conjunto entero una colorista terminología humanista y progresista. Los socialistas utópicos, ciertamente incluidos por Marx en el conjunto de sus maestros predecesores, fueron los espontáneos de un particular mesianismo místico y los predecesores de un "retorno a la Edad de Oro". Prácticamente, todos fueron miembros de sociedades secretas y esotéricas, fuertemente impregnadas de una atmósfera de misticismo, escatología y predicciones apocalípticas. Este un universo en el cual se intercalaban motivos sectarios y ocultismos religiosos, cuyo sentido se reducía al siguiente esquema: "El mundo moderno es intrínsecamente malvado, pues ha perdido la dimensión de lo sacro. Las instituciones religiosas son corruptas y han perdido la bendición de Dios (un tema común entre las sectas extremistas protestantes, como los anabaptistas y los "viejos creyentes" rusos). El mundo está gobernado por el mal, el engaño, el materialismo y el egoísmo. Pero los iniciados sabemos del próximo retorno de una Edad de Oro, y la favoreceremos con rituales enigmáticos y aciones ocultas". Los socialistas utópicos proyectaron este modelo, común al esoterismo mesiánico occidental, sobre la realidad social, y revistieron de semblanzas políticas y sociales el siglo áureo del porvenir. Ciertamente, era un intento de racionalización del mito escatológico, pero al mismo tiempo era una intromisión en la política del carácter sobrenatural del Reino venidero, del "Regnum", y evidentemente en sus programas sociales y en sus manifiestos, donde no es difícil encontrar descripciones de las maravillas de la futura sociedad comunista (navegantes que cabalgan a lomos de delfines, manipulación de las condiciones meteorológicas, comunidad de esposas y libertad sexual, vuelos humanos, etc.). Es absolutamente evidente el carácter cuasi-tradicional de esta dirección política: un misticismo escatológico radical, la idea del retorno a los Orígenes, que justifican plenamente la clasificación de esta componente no sólo a la "derecha", sino incluso a la "extrema derecha". Ahora lleguemos a Hegel y a su dialéctica. Es ampliamente conocido que las convicciones políticas personales del filósofo fueron extremadamente reaccionarias. Pero esta no es la cuestión. Si examinamos el fundamento metodológico de la dialéctica hegeliana (y fue precisamente el método dialéctico el que Mar tomo prestado, en muy amplia medida, de Hegel), descubriremos una doctrina perfectamente tradicionalista, incluso escatológica, que hace uso de una terminología específica. Además, tal terminología refleja la estructura del acercamiento iniciático, esotérico, a los problemas gnoseológicos, bien distante de la lógica puramente profana de Descartes y Kant; éstas tendrían por fundamento el "sentido común", las especificaciones gnoseológicas de aquella "conciencia de la vida cotidiana" de la cual (vale la pena anotarlo) todos los liberales, y en particular Karl Popper, son apologistas. La filosofía de la historia de Hegel es una versión del mito tradicional, integrada en una teleología puramente cristiana. La Idea Absoluta, alienada de sí misma, deviene el mundo (recordemos la fórmula del Corán: "Allah era un tesoro escondido que quería ser descubierto"). Encarnándose en la historia, la Idea Absoluta ejerce una influencia desde el exterior sobre los hombres, como "astucia de la Razón", predeterminando el carácter providencial de la trama de los de los eventos. Para tal fin, mediante el adviento del Hijo de Dios, la perspectiva apocalíptica de la realización total de la Idea Absoluta se desvela al nivel subjetivo, que, por efecto de aquelllo, de "subjetivo" se hace "objetivo". "El Ser y la Idea son una misma cosa", es decir: "el Atman es Brahman". Esto deviene en un determinado Reino particular, en un Imperio del Fin que el nacionalista alemán Hegel identificó con Prusia. La Idea Absoluta es la tesis; la alienación en la historia es la antítesis; su realización en el Reino escatológico es la síntesis. La gnoseología hegeliana se funda sobre esta visión ontológica. Distinta de la racionalidad común –que se apoya sobre las leyes de la lógica formal, obra sólo con afirmaciones positivas y se limita a las actuales relaciones de causa/efecto- la "nueva lógica" de Hegel asume como objeto aquella especial dimensión ontológica de la cosa, integrada en su aspecto potencial, inaccesible a la "conciencia de la vida cotidiana", pero ampliamente empleada en las corrientes místicas de Paracelso, Jakob Boheme, los hermetistas y los rosacrucianos. El hecho de un sujeto o afirmación (al cual se reduce la gnoseología "cotidiana" de Kant) es para Hegel sólo una de las tres hipóstasis. La segunda hipóstasis es la "negación" de aquel hecho, entendida no como pura nada (según la visión de la lógica formal) sino como una particular modalidad de existencia supraintelectual de una cosa o de una afirmación.. La primera hipóstasis es el "Ding für uns" (la cosa para nosotros); la segunda hipóstasis el "Ding an sich" (la cosa en sí). Pero, a diferencia de la perspectiva kantiana, la "cosa en sí" es interpretada no como algo trascendente y puramente apofático, no como un no-ser gnoseológico, sino como un ser-en-otro-modo gnoseológico. Y ambas hipóstasis relativas desembocan en la Tercera, la síntesis, que abraza tanto la afirmación como la negación, la tesis tanto como la antítesis. Así, considerando el proceso de pensamiento en su coherencia, la síntesis tiene lugar después de la "negación", en cuanto que segunda negación o "negación de la negación". En la síntesis se complementan tanto la afirmación como la negación. La cosa co-existe con su propia muerte, que según una particular perspectiva ontológica y gnoseológica no es vista como vacío, sino como otro-modo-de-ser de la vida, como alma. El pesimismo gnoseológico kantiano, raíz de la meta-ideología liberal, es derribado, es descubierto como "irreflexión", y el "Ding an sich" (la cosa en sí) deviene "Ding fuer sich" (cosa para sí). La razón del mundo y el mismo mundo se combinan en la síntesis escatológica, donde la existencia y la no-existencia estarán ambas presentes, sin excluirse recíprocamente. El Reino Terrenal del Fin, dirigido por la casta de los iniciados (la Prusia ideal) se integrará con la Nueva Jerusalén descendida a la Tierra. Será el final de la historia y el comienzo de la Era del Espíritu Santo. Este escenario mesiánico escatológico fue tomado en préstamo por Marx y aplicado a una esfera diferente, a la esfera de las relaciones económicas. Una pregunta interesante: ¿por qué hizo Marx tal cosa? La "derecha" está presta a responder citando su "falta de idealismo", su "naturaleza grosera" (cuando no sus intentos subversivos). Explicaciones sorprendentemente simplistas, que han mantenido su polaridad en el curso de varias generaciones de reaccionarios. De manera más verosímil, Marx –que estudió a fondo la economía política inglesa- fue seducido por la semejanza entre las teorías liberales de Adam Smith, que ven la histor4ia como un movimiento progresivo hacia la sociedad de libre mercado y la universalización de un denominador común monetario material, y el concepto hegeliano que expresa la antítesis histórica, vale decir la alienación de la Idea Absoluta en la historia. De modo genial, Marx ha identificado la máxima alienación del Absoluto en el Capital. Del análisis de la estructura del capitalismo y de su desarrollo histórico Marx extrae el conocimiento de la mecánica de la alienación, la fórmula alquímica de sus reglas de funcionamiento. Y esta comprensión mecánica –las fórmulas de la antítesis- fue sólo la primera y necesaria condición para la Gran Restauración tras la Última Revolución. Para Marx, el Reino del comunismo por venir no era solamente el progreso, sino el éxito final, la "revolución" en el sentido etimológico del término. No por casualidad el propio Marx definió el estadio primero de la humanidad como "comunismo de las cavernas". La tesis es el "comunismo de las cavernas", la antítesis es el Capital, la síntesis es el comunismo mundial. Comunismo es sinónimo de Fin de la Historia, de Era del Espíritu Santo. El materialismo, la focalización sobre las relaciones económicas e industriales, no testimonia el interés de Marx por la praxis, sino de su aspiración a la transformación mágica de la realidad y de su rechazo radical de los sueños compensatorios de todos los soñadores irresponsables que no han hecho sino agravar el elemento de alienación con su inacción. Según una lógica similar, los alquimistas medievales podrían ser tachados de "materialistas" y de sedientos de riquezas para todos aquellos que no tengan en consideración su simbolismo profundamente espiritual e iniciático que se encierra en sus discursos sobre la destilación de la orina, sobre la transmutación del oro en plomo y sobre la conversión de los minerales en metales. Estas tendencias gnósticas presentes en Marx y en sus predecesores fueron recogidas por los bolcheviques rusos, crecidos en un ambiente donde la fuerza enigmática de las sectas rusas, el mesianismo nacional, las sociedades secretas y el los tratados apasionantes y románticos de los rebeldes formaron el fermento contra un régimen monárquico alienado, secularizado y degenerado. Moscú era la "Tercera Roma"; el pueblo ruso era un pueblo deíforo (portador de Dios); Rusia estaba destinada a salvar al mundo: todas estas ideas estaban permeabilizadas en la vida cotidiana del pueblo ruso, en sintonía con la inclinación a escoger un sujeto esotérico en el marxismo. Pero frente a las fórmulas estrictamente espirituales, el marxismo ofrecía una estrategia económica, política y social, clara y concreta, comprensible a la gente simple y apta para formar una base a disposición de su naturaleza social y política. Fue este "marxismo de derechas" el que triunfó en Rusia bajo el nombre de "bolchevismo". Pero esto no significa que se trate de una cuestión únicamente rusa: tendencias análogas se han presentado en los partidos comunistas de todo el mundo cuando estos no se han degradado al nivel de la socialdemocracia parlamentaria conforme al espíritu liberal. Así, no es sorprendente que el socialismo revolucionario haya triunfado integralmente, además de Rusia, el los países del Extremo Oriente: China, Corea, Vietnam, etc. Precisamente los pueblos y las naciones más tradicionalistas, menos progresistas y "modernos" (o sea, menos "alienados al Espíritu), aquellos más "a la derecha", que reconocieron en el comunismo una esencia mística, espiritual, "bolchevique". El nacional-bolchevismo tomó como propia esta tradición bolchevique, este "comunismo de la derecha" cuyos orígenes hacían referencias a las antiguas sociedades iniciáticas y a las doctrinas espirituales de eras remotas. El aspecto económico del comunismo no vienen aquí negado, pero se considera como un medio de la práctica teúrgica, mágica, como un instrumento particular para la transformación social. La única cosa que se les aparece inadecuada y caduca en el discurso marxista, en la cual aparecen los temas accidentales y obsoletos del humanismo, es el progresismo. El marxismo de los nacional-bolcheviques equivale a Marx menos Feuerbach, es decir, menos el evolucionismo y menos aquel humanismo inercial que ahora emerge en el mundialismo globalizador. METAFÍSICA DE LA NACIÓN Por supuesto, también la otra componente del término "nacional-bolchevismo" merece ser explicada. El concepto de "nación" es todo menos simple; su interpretación puede ser de naturaleza biológica, política, cultural, económica. Nacionalismo puede significar tanto la exaltación de la "pureza racial" o de la "homogeneidad étnica", como la agregación de los individuos atomizados con el fin de asegurarse un "optimum" de condiciones económicas en un espacio geográfico limitado. La componente "nacional" del nacional-bolchevismo (en su sentido ya histórico, ya metahistórico, absoluto) es especial. En el curso de la historia, los círculos nacional-bolcheviques se han distinguido por la tendencia a leer el concepto de nación en su significado imperial, geopolítico. Para los seguidores de Ustrjalov, los "euroasiáticos de izquierda", por no hablar de los nacional-bolcheviques soviéticos, el "nacionalismo" es super-étnico, está asociado al mesianismo geopolítico, al "lugar de desarrollo", a la cultura, al fenómeno-nación a escala continental. También en los escritos de Niekisch y de sus seguidores alemanes encontramos la idea del Imperio continental "de Vladivostok a Flessing", junto a la idea de la "Tercera Figura Imperial" (Das Dritte imperiale Figur). En todos los casos, se trata de la cuestión de la interpretación geopolítica y cultural de la nación, ajena de la mínima traza de racismo o miras de "pureza étnica". Esta lectura cultural y geopolítica de la "nación" se fundamenta en el dualismo geopolítico que en las obras de Halford MacKinder encontró su primera definición clara y dio paso a la escuela de Haushofer y de los "euroasiáticos" rusos. La agregación imperial de las naciones orientales, unidas en torno a Rusia constituye el posible esqueleto de la nación continental, consolidada en la elección "ideocrática" y en el rechazo de la plutocracia, por una dirección socialista revolucionaria contra el capitalismo y el "progreso". Es significativo que Niekisch insistiese al afirmar que en Alemania el "Tercer Reich" debiera ser erigido en torno a Prusia, protestante y potencialmente socialista, genética y culturalmente asociada a Rusia y al mundo eslavo, y no en torno a la Baviera católica y occidental, gravitando en torno a la órbita del modelo capitalista (4). Pero, junto a esta versión "gran-continental" del nacionalismo –la cual, por inciso, corresponde exactamente a las reivindicaciones mesiánicas universales específicas del nacionalismo escatológico y ecuménico ruso- también existe en el nacional-bolchevismo una interpretación más restringida, la cual, respecto a la escala continental, no se presenta como una contradicción, sino como su definición en un nivel inferior. En este último caso la nación se entiende en modo análogo al concepto de "Narod" (pueblo-nación) interpretado por los "narodniki" (populistas) rusos, o sea: como un ente integral, orgánico, por su esencia refractario a cualquier subdivisión anatómica, dotado de un destino particular y de una estructura única. Según la doctrina Tradicional, un determinado Ángel, un determinado ser celestial, se encarga de la vigilia de cada una de las naciones de la Tierra. Ese Ángel es el sentido histórico de la nación particular, destino fuera del tiempo y del espacio, pero constantemente presente en las vicisitudes históricas de la nación. El Ángel de la nación no es algo vago o sentimental, nebuloso, sino una esencia intelectual luminosa, un "pensamiento de Dios, como dice Herder. Su estructura es visible en las realizaciones históricas de la nación, en las instituciones sociales y religiosas que la caracterizan, en su cultura. Toda la trama de la historia nacional no es otra cosa que el texto de la narración de la cualidad y de la forma de aquel luminoso Ángel nacional. En las sociedades tradicionales el Ángel de la nación se manifiesta de forma personal en la "Re Divini", en los grandes héroes, en los sabios y en los santos, aun cuando su realidad sobrehumana lo hace independiente de su portador humano. Por lo tanto, una vez caídas las dinastías monárquicas, puede encarnarse en una forma colectiva, en un orden, en una clase, en un partido. Así, la nación, entendida como categoría metafísica, no se identifica con la multitud de los individuos concretos con la misma sangre o que hablan la misma lengua, sino con la misteriosa entidad angélica que se manifiesta a lo largo de todo su recorrido histórico. Es el análogo de la Idea Absoluta de Hegel, pero en forma minúscula. El intelecto nacional se desprende de la multitud de sus individuos y de nuevo se concreta –en su aspecto consciente, "cumplido"- en la élite nacional en el curso de determinados períodos escatológicos de la historia. Estamos en un punto muy importante: estas dos interpretaciones de la "nación", ambas aceptables para la ideología nacional-bolchevique, tienen una tierra común, un punto mágico en la cual ambas se fundamentan. Se trata de Rusia y de su misión histórica. Es significativo que en el nacional-bolchevismo alemán la "rusofilia" desempeñó el papel de piedra angular sobre la cual erigir su visión política, social y económica. La interpretación rusa (y en gran medida soviética) de la "nación rusa" como comunidad mística abierta, destinada a portar la luz de la salvación y de la verdad al mundo entero en la época del fin de los tiempos; en esta visión se funden tanto la concepción gran-continental como la histórico-cultural de la nación. En esta perspectiva, el nacionalismo ruso y soviético deviene el fulcro ideológico del nacional-bolchevismo, no sólo en los confines de Rusia y de la Europa Oriental, sino a nivel planetario. El Ángel de Rusia se desvela cual Ángel de la integración, como ser luminoso particular que busca unir teológicamente las otras esencias angélicas en el interior de sí, sin cancelar la individualidad de cada uno, pero elevándolos a la escala imperial universal. No es un hecho accidental que Erich Mueller, discípulo y colaborador de Ernst Niekisch, había escrito en su libro titulado "Nacional-Bolchevismo": "Si el Primer Reich fue católico, y el Segundo Reich protestante, el Tercer Reich deberá ser ortodoxo, ortodoxo y soviético". En el caso específico estamos frente a una cuestión en extremo interesante. Si los ángeles de las naciones son individualidades diferentes, los destinos de las naciones en el curso de la historia, y sus correspondientes instituciones sociales, políticas y religiosas reflejan la formación de las fuerzas del mismo mundo angélico. Y lo que es más fascinante: esta idea, absolutamente teológica, y brillantemente confirmada por el análisis geopolítico, demuestra la interrelación entre las condiciones de existencia geográficas, territoriales, de las naciones, y su cultura, psicología, e incluso sus inclinaciones sociales y políticas. Así toma gradual explicación el dualismo entre Oriente y Occidente, e incluso el dualismo étnico: la tierra, la Rusia "ideocrática" (el mundo eslavo más las otras etnias euroasiáticas) contra la isla, el Occidente plutocrático anglosajón. El orden angelical de Eurasia contra la armada atlántica del capitalismo. La verdadera naturaleza del "Ángel" del capitalismo (que según la Tradición tiene el nombre de Mammón) no es difícil de adivinar. EL TRADICIONALISMO O EVOLA VISTO DESDE LA IZQUIERDA Cuando Karl Popper "desenmascara" a "los enemigos de la sociedad abierta", hace un uso constante del término "irracionalismo". Y es lógico, porque la misma "sociedad abierta" se basa en la regla del sentido común y sobre los postulados de la "conciencia ordinaria". De principio, los autores más abiertamente antiliberales tienden a justificarse y a objetar de frente la acusación de "irracionalismo". Los nacional-bolcheviques aceptan conscientemente el esquema de Popper, aceptando esta acusación, aun cuando expresando una valoración del todo opuesta. Las motivaciones principales de los "enemigos de la sociedad abierta" y de sus más acérrimos y coherentes adversarios, los nacional-bolcheviques, no nacen en los solares del racionalismo. En la presente cuestión nos es imprescindible la obra de los escritores tradicionalistas, y en primer lugar de René Guènon y Julius Evola. Tanto en la obra de Guènon como en la de Evola se expone al detalle la mecánica del proceso cíclico, en el cual la corrupción del elemento tierra (y de la correspondiente conciencia humana), la desacralización de la civilización y el moderno "racionalismo" con todas sus lógicas consecuencias, son considerados como una de las fases de la degeneración. Lo irracional no es interpretado por los tradicionalistas como una categoría negativa o peyorativa, sino como una gigantesca esfera de la realidad, imposible de estudio con los solos métodos del análisis y del sentido común. Por lo tanto, sobre este tema la doctrina tradicional no desafía las sagaces conclusiones del liberal Popper, sino que concuerda con él, pero apuntando en la dirección opuesta. La Tradición se fundamenta en el conocimiento supra-intelectual, sobre el ritual iniciático que provoca la fractura de la consciencia, sobre las doctrinas expresadas en símbolos. El intelecto discursivo tiene un valor tan solo auxiliar, y no reviste ningún significado decisivo. El centro de gravedad de la Tradición se coloca dentro de una esfera no sólo no racional, sino incluso no-humana; y no se trata de la bondad de la intuición, de la previsión o de los presupuestos, sino de la confianza de la particular experiencia iniciática. Lo irracional, desenmascarado por Popper como punto central de la doctrina de los "enemigos de la sociedad abierta", es en verdad el eje de lo Sacro, el núcleo y fundamento de la Tradición. Estando así las cosas, las diversas ideologías antilibrales –incluidas las ideologías revolucionarias "de izquierda"- deben tener una relación con la Tradición. Ahora bien, si esto aparece obvio en el caso de las ideologías de "extrema derecha", hiperconservadoras, es un asunto problemático en el caso de las ideologías de "izquierda". Ya hemos tocado la cuestión tratando del concepto de "bolchevismo". Pero aquí nos topamos con otra cuestión: las ideologías revolucionarias antiliberales, especialmente el comunismo, el anarquismo y el socialismo revolucionario, pregonan la radical destrucción no sólo de las relaciones capitalistas, sino también de las instituciones tradicionales (monarquía, iglesia, organizaciones religiosas…) ¿Cómo combinar este aspecto del antiliberalismo con el tradicionalismo? Es significativo que el mismo Evola (y en cierta medida Guénon, si bien esto no puede ser afirmado sin duda, en cuanto que su comportamiento en las confrontaciones de la "izquierda" no fue nunca explícito) negó cualquier carácter tradicional a las doctrinas revolucionarias, considerándolas como la máxima expresión del espíritu contemporáneo, de la degradación y de la decadencia, aun cuando la vivencia personal de Evola tuvo períodos –especialmente los primeros y los últimos- durante los cuales manifestó puntos de vista nihilistas, anarquistas, teniendo como única respuesta positiva el "cabalgar el tigre", que vale decir hacer causa común con las fuerzas del declive y del caos, con el fin de sobrepasar el punto crítico de la "decadencia de Occidente". Pero aquí no nos ocuparemos de la experiencia histórica de Evola en cuanto figura política. En su lugar importa resaltar cómo en sus escritos políticos –también incluso en su período intermedio, de máximo conservadurismo- viene acentuada la necesidad de hacer apelación a cualquier tradición esotérica, el caso de que, en general, no se encontraba del todo en línea con los modelos monárquicos y clericales predominantes entre los conservadores europeos que con él tuvieron contactos políticos. No se trata solamente de su anti-cristianismo, sino de su marcado interés por la tradición tántrica y por el budismo, que en el contexto del tradicional conservadurismo hinduísta son considerados heterodoxos y subversivos. Por otro lado son absolutamente escandalosas las simpatías de Evola por personajes como Giuliano Kremmerz, Maria Naglovska y Aleister Crowley, que fueron situados por Guénon entre los representantes de la "contra-tradición", entre las tendencias negativas y destructoras del esoterismo. Así, si Evola se reclama constantemente en la "ortodoxia tradicional" y critica violentamente las doctrinas subversivas de la izquierda, al mismo tiempo hizo apelación a una heterodoxia evidente. Hecho significativo fue el reconocerse entre los seguidores de la "Vía de la mano izquierda". Y aquí llegamos a un punto específicamente conectado con la metafísica del nacional-bolchevismo. En efecto, vemos como se combinan paradójicamente no sólo dos tendencias políticas antagónicas ("derecha" e "izquierda"), no sólo dos sistemas filosóficos de los cuales el uno es a primera vista la negación del otro (idealismo y materialismo), sino incluso dos tendencias en el seno mismo de la Tradición, la positiva (ortodoxa) y la negativa (subversiva). En el caso específico, Evola es un autor significativo, donde se observa una cierta discrepancia entre su doctrina metafísica y sus convicciones políticas, basadas –según nuestra opinión- en ciertos prejuicios reacios a morir, típicos de los círculos políticos de la extrema derecha "mitteleuropea" contemporánea. En aquel espléndido libro sobre el tantrismo que es "Lo Yoga della potenza" (5), Evola describe la estructura iniciática de las organizaciones tántricas (kaula) y su jerarquía típica (6). Esta jerarquía se muestra verticalmente en la postura hacia la misma jerarquía sacra, característica de la sociedad hindú. El ritual tántrico (como la misma doctrina budista) y la participación en sus iniciaciones traumáticas comportan en cierta medida la cancelación de todas las estructuras políticas y sociales ordinarias, asegurando que "quien recorre el camino corto no necesita de apoyos externos". Para los fines tántricos no tiene ninguna importancia ser un brahaman o un chandala (representante de las castas inferiores). Todo depende del cumplir las complejas operaciones iniciáticas y de la autoridad de la experiencia trascendente. El tantra es una especie de "sacralidad de izquierdas", fundada sobre la convicción de la insuficiencia, de la degeneración y del carácter alienado de las instituciones sacras ordinarias. En otros términos, el esoterismo "de izquierdas" se opone al esoterismo "de derechas" no en cuanto que sea la negación, sino a causa de una particular afirmación paradójica versada sobre el carácter auténtico de la experiencia y sobre el carácter concreto de la auto-transformación. Es evidente que nos encontramos de frente con esta realidad del esoterismo "de izquierdas" en el caso de Evola y de aquellos místicos que están en el origen de las ideologías socialistas y comunistas. La critica destructiva evoliana hacia la Iglesia no es una mera negación de la religión, sino una particular forma estática del espíritu religioso que insiste sobre la naturaleza absoluta y concreta de la auto-transformación "aquí y ahora". El fenómeno de los "viejos creyentes" (7), las autoinmolaciones de los "kristis", pertenencen a la misma especie. El mismo Guènon, en un artículo titulado "El quinto Veda", dedicado al tantrismo, escribe que en determinados períodos cíclicos, próximos al fin del Kali-Yuga, las instituciones tradicionales pierden su fuerza vital, y por lo tanto la auto-realización metafísica debe tomar métodos y vías nuevas, no ortodoxas; este es el motivo de que sólo existiendo cuatro Vedas, la doctrina tántrica sea llamada "el quinto Veda". En otras palabras, a medida que las instituciones tradicionales conservadoras decaen (es el caso de la monarquía, de la iglesia, de las instituciones sociales, de las castas, etc.), siempre asumen un rol de primer grado aquellas particulares prácticas iniciáticas, arriesgadas y peligrosas, vinculadas a la "Vía de la mano izquierda". El tradicionalismo típico del nacional-bolchevismo, en su significado más general es el "esoterismo de izquierdas", que copia en su sustancia los principios del "kaula" tántrico y la doctrina de la "trascendencia destructiva". El racionalismo y el humanismo de estampa individualista han golpeado de muerte a aquellas instituciones del mundo contemporáneo que nominalmente se reclaman "sacras". El restablecimiento de la Tradición en sus proporciones reales según la vía del gradual mejoramiento de las condiciones existentes, es imposible. Además, toda apelación a la evolución y a la gradualidad no conduce sino a la expansión del liberalismo. En consecuencia, la lección de Evola para los nacional-bolcheviques consiste en acentuar aquellos elementos directamente conectados a las doctrinas "de la mano izquierda", a la realización espiritual traumática en la concreta esperanza de transformación y revolución de aquellos usos y costumbres que han perdido toda justificación de orden sagrado. Los nacional-bolcheviques entienden lo "irracional" no simplemente como "no-racional", sino como "activa y agresiva destrucción de lo racional", como lucha contra la "conciencia cotidiana" (y contra el "comportamiento cotidiano"), como inmersión en el elemento de la "nueva vida", aquella particular existencia mágica del "hombre diferenciado" que ha rechazado toda prohibición y norma exterior. TERCERA ROMA, TERCER REICH, TERCERA INTERNACIONAL Dos solas variantes teóricas de los "enemigos de la sociedad abierta" fueron capaces de vencer temporalmente al liberalismo: el comunismo ruso (y chino y los fascismos europeos. Entre estos dos extremos se colocaron los nacional-bolcheviques, exponentes de una ocasión histórica única que no vio la luz, sutil formación de políticos clarividentes, constreñidos a actuar en los márgenes del fascismo y del comunismo, condenados a asistir al fracaso de sus esfuerzos ideológicos y políticos a favor de una integración. En el nacional-socialismo alemán prevaleció la nefasta y quebrada línea católico-baviera de Hitler; en cuanto a los soviéticos, refutaron obstinadamente proclamar las motivaciones místicas inherentes a su ideología, desangrando espiritualmente y castrando intelectualmente al bolchevismo. El primero en caer fue el fascismo, después llegó el turno de la última ciudadela antiliberal: la U.R.S.S. A primera vista, el año 1991 señala la clausura del encuentro geopolítico con Mammón, el Ángel cosmopolita del capitalismo. Pero, contemporáneamente, deviene clara como el Sol no sólo la verdad metafísica del nacional-bolchevismo, sino también la absoluta justicia histórica de sus primeros representantes. Solamente el discurso político de los años 20 y 30 del siglo XX que había conservado su actualidad se encontraba en los textos de los euroasiáticos rusos y de los revolucionarios-conservadores "de izquierda" alemanes. El nacional-bolchevismo es el último asilo de los "enemigos de la sociedad abierta", al menos que estos no quieran persistir en sus doctrinas superadas, históricamente inadecuadas y totalmente ineficaces. Si la extrema izquierda rechaza ser el apéndice vanal y oportunista de la socialdemocracia, si la extrema derecha no quiere ser usada como terreno de reclutamiento, como fracción extremista del aparato represivo del sistema liberal, si los hombres que poseen sentimientos religiosos no encuentran satisfacción en los miserables sucedáneos moralistas ofertados por sacerdotes de cultos imbéciles o en un pseudoespiritualismo primitivo, entonces sólo les resta una vía: el nacional-bolchevismo. Al otro lado de la "derecha" y de la "izquierda", hay una sola e indivisible Revolución, aquella que se contiene en la tríada dialéctica: "Tercera Roma - Tercer Reich - Tercera Internacional". El reino del nacional-bolchevismo, el "Regnum", el Imperio del Fin; he aquí el cumplimiento perfecto de la más grande Revolución de la historia, al mismo tiempo continental y universal. Hablamos del retorno de los ángeles, la resurrección de los héroes, la insurrección de los corazones contra la dictadura de la razón. Esta Última Revolución es tarea del acéfalo, el portador sin cabeza de cruz, hoz y martillo, coronado por el sol de la esvástica eterna. NOTAS (1) Durante los últimos años del régimen soviético, el término "nacional-bolcheviques" hacía referencia a algunos círculos conservadores del P.C.U.S., los denominados "estatalistas", y en esta acepción la expresión asume un significado peyorativo. Pero estos "nacional-bolcheviques" tardosoviéticos, en primer lugar, no se reconocen en este nombre, y en segundo lugar no formularon de modo coherente sus puntos de vista, ni siquiera en una ideología aproximativa. Naturalmente, estos "nacional-bolcheviques" estaban en cierto modo ligados a la línea política de los años 20 y 30 del siglo XX, pero esta conexión se basaba más que nada en la inercia, y no era racionalmente reconocida. (2) Si las primeras tres nociones ("materialismo objetivo" o simplemente "materialismo", "idealismo objetivo" e "idealismo subjetivo"), son de uso corriente, el término "materialismo subjetivo" requiere ulteriores explicaciones. "Materialismo subjetivo" es la ideología –típica de la sociedad de consumo- según la cual la satisfacción de las necesidades individuales de naturaleza material y física es la primera motivación de la acción. Sobre esta base, la realidad no consiste en las estructuras de la conciencia individual como en el idealismo subjetivo), sino en el conjunto de las sensaciones individuales, en las emociones de rango más bajo, en los miedos y en los placeres, en los estratos inferiores de la psique humana, conectados con las funciones corporales y vegetativas. A nivel filosófico se corresponde al sensismo y al pragmatismo así como a algunas corrientes psicológicas, como el freudismo. Por otra parte, todas las tentativas de revisionismo político en el seno del movimiento comunista, del maquinismo al bernsteinismo, se acompañaron sobre el plano filosófico con la tendencia subjetivista y a varias versiones del "materialismo subjetivo", cuya extrema manifestación quizás sea el freudo-marxismo. (3) En el lado opuesto se tiene el proceso inverso: revisionistas kantianos en las filas de la socialdemocracia, liberales de izquierda, progresistas que revelaron su proximidad a los conservadores de derecha que reconocían los valores del mercado, del libre cambio y de los derechos humanos. (4) La desastrosa victoria de la línea hitleriana, austro-bávara y eslavófoba, fue proféticamente reconocida por Niekisch, en 1932, tal como lo declara en el libro "Hitler, una fatalidad alemana". Es sorprendente como Niekisch predijo todas las trágicas consecuencias de la victoria de Hitler para Rusia, Alemania y la idea de Tercera Posición. (5) Traducido y publicado en España con el nombre de "El Yoga Tántrico", cuando el autor rechazó él mismo este nombre para su obra (N del T). (6) Es significativo que la descripción de las sectas tántricas recuerda de modo sorprendente las tendencias escatológicas europeas, la secta de los "raskolniki" (cismáticos) rusos, los "kristis" y… las organizaciones revolucionarias. (7) Los "viejos creyentes" rusos constituyen una secta cismática de la iglesia ortodoxa que se remonta a los tiempos del Ducado de Moscú. Durante una época fue la fe abrazada por la mayoría de los cosacos. Los "kristis" son una secta cuyos ritos se fundamentan en bailes extáticos y frecuentemente orgiásticos y en varios modos de flagelación y mutilación. A esta secta pertenecía Rasputín (N del T).