jueves, 16 de agosto de 2007

¿Qué significa el Liberalismo Político?

Artículos de Metapolítica


* Eduardo Hernando Nieto

El Liberalismo contemporáneo y su tesis de la neutralidad del Estado frente a las preferencias subjetivas se ha convertido prácticamente en un dogma intocable. Sin embargo, este artículo propone una lectura distinta de lo que es el liberalismo, apelando precisamente a diversos autores liberales que nunca dejaron de destacar el nexo entre la libertad y una determinada concepción de lo bueno defendiendo también una noción fuerte de régimen político y la relevancia de la ética para el buen funcionamiento de la democracia liberal.


El liberalismo moderno usualmente ha sido concebido como un concepto que no se distinguía nítidamente del concepto de democracia que siempre se definía en términos de régimen político basado en la igualdad:

“Se suelen citar juntos, como principios democráticos, los de igualdad y libertad, cuando en realidad esos dos principios son distintos y con frecuencia contrapuestos en sus supuestos, su contenido y sus efectos. Sólo la igualdad puede valer con razón para la política interior como principio democrático. La libertad política – interna es el principio del Estado burgués de Derecho, que viene a modificar los principios político – formales – sean monárquicos, aristocráticos o democráticos - . Pero, por lo demás, no pueden usarse ni el concepto de libertad, ni el de igualdad, sin unas rigurosas distinciones lógicas e históricas (...) De la palabra “libertad” hay que decir que empleada en el sentido de una libertad individual, que corresponde por naturaleza a todo hombre, es un principio liberal.” [1]

Sin embargo, esta verdad parecía no entenderse cuando se aseguraba que el concepto de Estado Liberal Democrático se refería a un orden político a un régimen político caracterizado por la defensa de las libertades individuales.Empero, el problema estaba – siguiendo a Schmitt – en que de acuerdo a esta noción allí donde se afirmaba el individualismo entonces se relativizaba toda forma política o comunitaria (incluyendo el Estado) [2] contando así con un Estado muy frágil. [3] En realidad, aquí ni siquiera podríamos hablar del Liberalismo Democrático como un régimen político puesto que el concepto de régimen significa la forma o cuerpo de gobierno de la ciudad [4] y según Aristóteles solo existirían los gobiernos de uno, algunos o muchos, pero sería extraño hablar de un régimen en el que gobernasen leyes abstractas o derechos individuales.

Pero, también es verdad, que así como existía este liberalismo antipolítico muy difundido en los últimos años - como se desprendía del texto de Schmitt - podía pensarse también en un liberalismo filosófico o político que mas bien veía la posibilidad de la convivencia entre la libertad individual y las instituciones políticas , dicho liberalismo podía definirse como la “organización de las separaciones” [5]. Tal liberalismo, en realidad sería el que estaría en la mente de todos aquellos que devinieron finalmente en los fundadores de la sociedad comercial moderna y lograron consolidar el régimen político de la democracia representativa, ahora si considerado como un auténtico régimen político [6] lamentablemente distorsionado por el llamado liberalismo contemporáneo de raíz norteamericana fundamentalmente[7].

En este sentido, se puede afirmar que mientras la filosofía política antigua se orientaba en torno a la tesis de la virtud [8], - manteniéndose aparentemente esta característica aun en los inicios del pensamiento liberal moderno [9]-, la filosofía político moderna por su parte tenderá paulatinamente a ignorar este fin por considerarla inalcanzable [10], peligrosa o poco útil, abocándose entonces en su reemplazo a la defensa de la libertad individual [11], mucho más factible y realizable que la anterior. Evidentemente, es a partir de esta lectura es que comienza a borrarse el sentido original de la política [12].

Sin lugar a dudas, la noción de libertad individual es el mayor logro de la modernidad en palabras de sus propios impulsores y entre ellos, a no dudar que Kant es el que se lleva las palmas: “La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí misma de ella sin la tutela de otro . ¡Sapere aude! “ten el valor de servirte de tu propia razón” : he aquí el lema de la ilustración” [13].

Ser autónomo en palabras de Kant significaba entonces el que cada hombre debía ser el dueño de su vida y actuar como un ser moral [14] siguiendo los patrones de la naturaleza racional de los seres humanos:

“Para alcanzar la libertad en el sentido más pleno, no basta con vivir bajo leyes civiles que hemos autorizado o consentido. Esto es a lo sumo una libertad externa garantizada por la libertad pública de acuerdo con el derecho. La libertad interior o verdadera solo se logra cuando nuestros actos son regidos por una necesidad que trasciende la necesidad natural. Los seres humanos pueden obtener la libertad así entendida, a juicio de Kant, porque no solo son seres conscientes dotados con una naturaleza racional. En la visión de Kant, elaborada en la Fundamentación y la Crítica de la razón pura, trascendemos la necesidad natural y hacemos efectiva nuestra voluntad al obrar según una ley universal que reconocemos y respetamos como dictado por la razón. En otras palabras, la libertad consiste en darse a sí mismo la ley moral. En la Fundamentación y la Crítica de la razón pura, Kant llama autonomía a este acto de legislador y obedecer la ley moral. Y en la “Doctrina de la virtud” destaca un aspecto crucial que en la Fundamentación y la Crítica se trata solo al pasar: esa autolegislación depende de ciertas cualidades de mente y carácter del legislador y del sujeto de la ley moral, que ciertamente son una y la misma persona” [15]

Así pues, nos hallamos fundamentalmente ante una concepción de autonomía moral, distante en principio de las concepciones de autonomía personal y de las concepciones kantianas contemporáneas que se basan en la realización de determinados fines y con cierto carácter político. [16]

En términos académicos, hablaríamos de autonomía personal cuando nos encontremos ante un proyecto de auto desarrollo creativo y auténtico que requiere además de una serie de virtudes para su desarrollo concepción que la encontraríamos por ejemplo en la obra del pensador inglés John Stuart Mill y más contemporáneamente en los trabajos del profesor de la Universidad de Oxford Joseph Raz [17].

En relación a la autonomía kantiana contemporánea, aquí hallaremos una amplia gama de autores como John Rawls [18], Ronald Dworkin [19] o Charles Larmore [20] quienes coinciden básicamente en la idea que la autonomía debe entenderse en términos de la elaboración y ejecución de un proyecto de vida personal, pudiéndose en el encontrarse espacio para la deliberación y la cooperación aunque manteniéndose siempre la ausencia de algún juicio de valor sobre la elección tomada. (Es decir autonomía personal con una tenue autonomía moral)

Precisamente, este aspecto de la neutralidad del liberalismo contemporáneo podría ser el más problemático y contradictorio, ya que como hemos señalado, el liberalismo kantiano de hoy, trataría de todas formas de mantener el contacto social a partir de la cooperación y de la deliberación [21] (moral tenue), aun cuando, al mismo tiempo el énfasis en la voluntad individual podría hacer diluir en la práctica cualquier intento cooperativo, predominando el egoísmo y el individualismo radical [22]. En este sentido, lejos de forjarse una sociedad de seres autónomos u hombres libres tendríamos más bien un espacio donde prima el consumo de bienes y muy poco la solidaridad y la caridad [23].

Este aspecto de las sociedades contemporáneas no es usualmente destacado porque al fin y al cabo se prefiere este estado de cosas al hecho de que alguien – sea el Estado, la comunidad, la sociedad o cualquiera – pueda interferir en las elecciones ciudadanas y violar así el principio moderno de autonomía personal que más bien se basa en la satisfacción de un deseo personal antes que en la elección racional que genere bienestar para la persona. [24]

En este sentido.lo que menos parecería primar en la noción del liberalismo de hoy sería justamente aquello que parecía esencial para el pensamiento liberal clásico (incluyendo en parte al mismo Kant), la ética[25] o la necesidad de la virtud, el poder considerar que el ser humano debe de comprometerse con una educación cívica que les permita llevar adelante sus vidas dentro de la sociedad y colaborar con su comunidad política [26], como señala William Galston:

“Algunas de las virtudes necesarias para sostener el estado liberal son requisitos de toda comunidad política: la voluntad para combatir en representación de nuestro país, la disposición establecida para obedecer a la ley, y la lealtad – el desarrollo de la capacidad para entender, aceptar y actuar según los principios nucleares de la propia sociedad-. Algunos de los rasgos son específicos de la sociedad liberal, por ejemplo, la independencia, la tolerancia y el respeto por las excelencias y los logros individuales.”[27]

Justamente, aquellos liberales que inician el camino de la sociedad comercial sabían perfectamente que sin restricciones éticas no podría desarrollarse tal modelo y por ello había que establecer necesariamente límites a la voluntad humana contribuyendo también a la formación de su carácter. [28]

Asimismo como muy bien afirman los teóricos comunitarios, también la pertenencia y la identidad serían factores relevantes para el buen funcionamiento de la sociedad liberal:
“Las sociedades que estamos intentando crear – libres, democráticas, dispuestas en cierta medida a compartir por igual – precisan que sus ciudadanos se sientan profundamente identificados con ellas. La tradición del humanismo cívico siempre ha sostenido que las sociedades libres, que dependen del apoyo espontáneo de sus miembros, necesitan del fuerte sentido de lealtad al que Montesquieu llamó vertu”[29]

Es evidente entonces que el vivir dentro del marco del liberalismo clásico implica el estar a la altura de la razón y por eso se requiere una adecuada “educación sentimental”[30] a partir del concurso de la misma razón, y que pueda lograr un control o una moderación de los sentidos a fin de que puedan ser empleados de una manera positiva en la forja de la ciudadanía y la convivencia pacífica.

De esta manera se puede llegar a la conclusión de que el auténtico liberalismo político no puede ser neutral frente a las preferencias de los individuos pues la autonomía no tiene que ver con la mera satisfacción de cualquier deseo sino con la moderación y selección de los mismos [31] por intermedio de la razón, a fin de aspirar a una vida buena y de bienestar en concordancia con la naturaleza humana y sus fines últimos [32] .

* Profesor de Teoría del Derecho y Teoría Política en la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Academia de la Magistratura.
[1] Carl Schmitt, Teoría de la Constitución, Madrid: Alianza, 1992, p.222. Sobre los análisis más contemporáneos respecto a esta tensión Cfr. Texto: Carlos Santiago Nino, La constitución de la democracia deliberativa, Barcelona, Gedisa,1996; Jon Elster y Rune Slagstad, (editores) Constitucionalismo y Democracia, México, FCE, 1999; Pedro Salazar Ugarte, La Democracia Constitucional, México, FCE, 2,006 entre otros.

[2] “ El individualismo implicaba la colocación de límites y barreras a la política para garantizar la libertad personal (libertad negativa), y así, a partir del nacimiento del Estado constitucional, ya no teníamos monarquías, pero si monarquías constitucionales, ni tampoco democracias pero si democracias constitucionales, es decir todo quedaba morigerado por la ley positiva que, a su vez, era la salvaguardia de la libertad individual.” Eduardo Hernando Nieto, Pensando Peligrosamente el pensamiento reaccionario y los dilemas de la democracia deliberativa, Lima: PUC, 2000, p.154. Sobre el individualismo, ver de Steven Lukes, El Individualismo, Barcelona, ediciones Península, 1975.
[3] Esto se da si es que entendemos por libertad individual un poder, una demanda o una capacidad subjetiva que una vez que se activa puede debilitar el poder central con lo cual el Estado se hace frágil y al final se genera una situación paradigmática en la que los mismos derechos se vuelven inoperativos e inservibles. Más bien, un Estado fuerte se logra promoviendo las obligaciones ciudadanos el mismo que al final si podría estar en condiciones de salvaguardar las libertades, vale decir, que si queremos derechos eficaces antes debemos de afirmar nuestras obligaciones civiles y políticas. Esto por cierto es lo que propugna en términos generales el llamado modelo Republicano. Al respecto se puede revisar: Andrés Hernández, (comp.) Republicanismo contemporáneo, igualdad, democracia deliberativa y ciudadanía, Bogotá: Universidad de los Andes, 2,002. Richard Dagger, Civic Virtues, Rights, Citizenship and Republican Liberalism, Oxford: Oxford University Press, 1997, y tres textos clásicos y pioneros en esta línea, Quentin Skinner, Machiavelli and Republicanism, Cambridge: Cambridge University Press, 1990, J.G.A Pocock, The Machiavelian Moment, Princeton: Princeton University Press, 1975 y Philip Pettit, Republicanismo, Barcelona: Paidós, 1999.
[4] Clifford Angell Bates, Jr, Aristotle “Best Regime” Kingship, Democracy and the Rule of Law, Baton Rouge: Lousiana State University, 2,003, p.61.
[5] Pierre Manent, Curso de Filosofía Política, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 21 – 22.
Aun cuando Manent no habla de liberalismo sino de democracia, lo cual consideramos que es un error por que la democracia es un régimen político que se caracteriza por el gobierno de los muchos de acuerdo a Aristóteles.
[6] Bernard Manin, Los Principios del Gobierno Representativo, Madrid: Alianza, 2,005
[7] Aun cuando hoy podría decirse que es también un modelo europeo particularmente desarrollado tras la segunda guerra mundial y en aquellos países que salieron derrotados en esta guerra por el liberalismo como fue Alemania e Italia y más adelante España. Precisamente serán académicos de esos países como Habermas, Alexy, Bobbio, Ferrajoli , Peces Barba o Prieto Sanchís quienes vengan difundiendo un discurso constitucionalista muy fuerte en el que los derechos humanos se convierten en el fundamento de la Constitución y en una suerte de “coto vedado” para cualquier poder por más democrático que este sea.
[8] Y esto se vería en tantos nombres importantes para la filosofía política moderna como Locke, Montesquieu, Adam Smith, Tocqueville o John Stuart Mill
[9] Este es el sentido de la argumentación del profesor Peter Berkowitz, que recogemos en el presente texto, ver Peter Berkowitz, Virtue and the making of modern liberalism, Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 1998.
[10] El primero en decir esto podría haber sido Maquiavelo, Leo Strauss, Thoughts on Machiavelli, Chicago: Chicago University Press, 1984.
[11] Peter Berkowitz, Ibid.
[12] Búsqueda del mejor régimen político, que sería el régimen bueno para todos, en los términos de la filosofía clásica. Cfr. Leo Strauss, “On classical political philosophy?” en, What is Political Philosophy? and other studies, New York: Free Press, 1959.
[13] Emmanuel Kant, “¿Qué es la ilustración?” En: Filosofía de la Historia, México: FCE, 1981, p. 25.
[14] “La voluntad es una clase de causalidad que le pertenece a los seres vivos en tanto sean racionales; la libertad será la propiedad de dicha causalidad que la hace independiente de cualquier determinación por causas foráneas” Emmanuel Kant, Grounding for the Methaphysics of Morals, Indianápolis, Indiana: Hackett Publishing Company, Inc, 1993. p.49.
[15] Peter Berkowitz, p.114.
[16] Aunque cierta literatura contemporánea recientemente ha desarrollado la idea que Kant no sólo elaboró un concepto de autonomía moral sino también de autonomía personal. Cfr. Robert S. Taylor, “Kantian Personal Autonomy”, Political Theory, Vol.33 Número 5, Octubre 2005.
[17] Al respecto, el texto clásico de John Stuart Mill es sin duda, “Sobre la Libertad” , ver, On Liberty, and other essays, John Gray (ed) Oxford: Oxford University Press, 1991. Joseph Raz, The Morality of Freedom, Oxford: Oxford University Press, 1986. Por ejemplo Raz relaciona el ideal de auto desarrollo creativo con algunas virtudes auxiliaries como la integridad y la autoconciencia . Lo que hace a un ser humano autónomo no es el contenido final de sus metas y relaciones sino la forma como el los evalúa, adopta y trata de conseguirlos. Robert S. Taylor, “Kantian Personal Autonomy”, Political Theory, Vol.33 Número 5, Octubre 2005, p.605. Ciertamente, las ideas de John Stuart Mill y de Joseph Raz conforman una buena justificación de lo que podríamos llamar un liberalismo político que integraría de manera armónica la libertad individual con la libertad social.
[18] John Rawls, A Theory of Justice, Cambridge, Mass: Harvard University Press, 1971. Aquí a diferencia de Raz por ejemplo considera que la autonomía implica el empleo de la racionalidad instrumental para la satisfacción de nuestras preferencias, es decir, su argumentación descanca en los principios de la “elección racional”. Robert S. Taylor, “Kantian Personal Autonomy”, Ibid.

[19] Ronald Dworkin, “Liberalism”, en Public and Private Morality, editado por Stuart Hampshire, Princeton: Princeton University Press, 1978; Taking Rights Seriously, Cambridge, Mass: Harvard University Press, 1978.
[20] Charles E. Larmore, Patterns of Moral Complexity, Cambridge, Mass: Harvard University Press, 1987.
[21] Por ejemplo. Jürgen Habermas, Facticidad y Validez, Madrid: Trotta, 1998.
[22] Este era el sentido de la crítica comunitarista contra el liberalismo kantiano. Cfr. Michael Sandel, Liberalism and the limits of justice, Cambridge: Cambridge University Press, 1982
[23] En este sentido, nuestro razonamiento sigue básicamente las ideas planteadas por Peter Berkowitz, en Virtue and the making of modern liberalism, op.cit. quien considera que el proyecto liberal para que funcione adecuadamente necesita de la virtud ciudadana que es principalmente el elemento que falta en la literatura liberal contemporánea y por lo tanto estaría generando su propio debilitamiento.
[24] Eduardo Hernando Nieto, “Constitución Sustantiva: autonomía, perfeccionismo y la legalidad neutral” en, Pensamiento Contitucional, Año VII, N° 7, Lima, PUCP, 2,000, pp. 89 – 110.
[25] Etica que se originaba en la palabra ethos o formación del carácter.
[26] William Galston, “Educación Cívica en el Estado Liberal” en, El Liberalismo y la vida moral, Nancy Rosenblum (ed) Buenos Aires, Nueva Visión, 1993, p.100
[27] Ibid., p. 103.
[28] Jerry Z. Muller, The Mind and the Market, capitalism in modern European thought, New York: Alfred A Knopf, 2,002.
[29] Charles Taylor, “Por qué la democracia necesita el Patriotismo”, en, Los límites del patriotismo, identidad, pertenencia y “ciudadanía mundial” , Martha Nussbaum, (ed) Barcelona, Paidós, 1999, p.145.
[30] Leo Strauss, “What is liberal education?” En: Liberalism Ancient and Modern, Chicago: Chicago University Press, 1995.
[31] En principio podríamos decir que un buen sentimiento es el amor porque aproxima, integra, etc y uno malo el odio, porque separa y excluye aunque también un amor sin mesura no se consideraría racional ni deseable al poder ser destructivo, igualmente un odio moderado podría ser tolerable aunque no necesariamente dentro de los parámetros morales cristianos por ejemplo que apuesta por definiciones concretas y radicales con sentencia como que el amor es bueno y el odio es malo.
[32] Aquí nos adherimos completamente a las tesis del profesor Leo Strauss, uno de los grandes filósofos del siglo XX y que estuvo empecinado en rescatar las concepciones filosóficas clásicas y en demostrar la validez del concepto de la naturaleza humana totalmente excluido por las propuestas positivistas e historicistas que se gestaron a partir también del mundo moderno.
Ver especialmente su texto Natural Right and History, Chicago: Chicago University Press, 1953.

1 comentario:

Anónimo dijo...

felicitaciones amigo. Todos tus articulos son buenos e interesantes. Conoces la obra del gran teologo Politico argentino Pablo Antonio Anzaldi. Sobre todo su libro Introduccion a la Tirania Moderna y su libro sobre Aron, hoy inconseguible. Saludos. Quesada, Juan Ernesto.