martes, 21 de octubre de 2008

Sobre la historia de las ideas políticas


Artículos de Metapolítica


Hace algunos años ya junto con Victor Samuel Rivera preparamos un proyecto de libro sobre el pensamiento político conservador en el Perú, lamentablemente por diversas razones nunca cuajo el proyecto, sin embargo queda la introducción que coloco ahora

Eduardo Hernando Nieto




El otro 900
Variaciones sobre el pensamiento de lo político en el Perú
a inicios del siglo XX



Reflexiones preliminares

Parece que trabajar dentro del campo de la historia de las ideas políticas implicar tener que respondernos primero a una interrogante: ¿Qué es lo que hace o intenta hacer un autor al escribir un texto en relación con otros textos que se ubican dentro de un contexto? Pero también podemos enfocar la interrogante de otra manera. ¿No hay mejor que tratar de entender a los pensadores del pasado como ellos mismos se entendieron?[1]. En este segundo caso habría que dejar de lado nuestras propias preguntas y para concentrarse, más bien, en la que ellos mismos sugieren. En cualquier caso, si nos atuviéramos a la primera interrogante, la pregunta por el sentido de un texto en relación con otros debe ser sometida a escrutinio. La cuestión parecería, tal cual se la plantea, estar constituida fundamentalmente por cuestiones de palabras[2]. Las posibilidades antes descritas en realidad son parte del desarrollo de dos importantes escuelas dentro del escenario de la historia de las ideas políticas; la primera asociada a la Universidad de Cambridge y a una serie de académicos de la historia, la política y la filosofía, como Quentin Skinner, John Pocock, o John Dunn[3], mientras que la segunda está vinculada más bien a las propuestas del filósofo político Leo Strauss y sus seguidores[4], la mayoría de ellos por cierto, trabajando en universidades de los Estados Unidos de Norteamérica. Detengámonos un poco en ambas propuestas.

Según la propuesta de la Escuela de Cambridge una obra no es sino una serie de respuestas que se da a preguntas propuestas por distintos interlocutores que no están presentes en el texto, sino en el contexto histórico; de acuerdo con este planteamiento, se hace necesario desde el punto de vista metodológico adentrarse dentro de un diálogo complejo en el que existen asimismo una serie de convenciones, ideologías y prácticas políticas[5]. Es en este sentido que para la Escuela de Cambridge resulta muy importante la reconstrucción del ambiente social, intelectual y político donde el autor interviene[6]. Este contexto sería por lo tanto deliberativo, y estaría constituido por “palabras”. Para valernos del vocabulario de la filosofía del segundo Wittgenstein, habría que decir que, ya que el significado de las palabras estaría en su uso, este enfoque sólo tendría la aspiración de encontrar las variaciones de los significados de los conceptos políticos, vale decir, tendría por objeto primordial su explicación y comprensión.

Bastante distante de esta perspectiva que, a pesar de que se nutre de la filosofía tardomoderna o postmoderna, desde Nietzsche y Foucault hasta el segundo Wittgenstein -o tal vez por esa misma causa- conserva un tono marcadamente “científico”, y paradójicamente moderno, nos encontramos también con la visión alternativa, cuya postura fundamental consiste justamente en recusar la forma pretendidamente “científica” de trabajar la historia de la primera posición, buscando, por el contrario, que ésta fuese sustituida por una visión filosófica. Esta propuesta filosófica se interesaba más bien en indagar la naturaleza de los fenómenos políticos, así como la investigación sobre el mejor orden político; para esto, deja de lado los fenómenos particulares, que carecen de valor ante la dimensión universal de la cuestión filosófica[7].

Recogiendo el sentido de la reflexión anterior, Strauss se abocó al estudio de la política antigua. Esto no tiene nada de peculiar, pues de lo que se trata es de salir del encierro del sinsentido de la teoría política al que el mundo moderno está condenado para poder comprender mejor la naturaleza de la crisis de la modernidad, o de la modernidad política como crisis, algo que Strauss consideraba –a justo título- como una crisis de la propia filosofía moderna, incapaz así de escapar de su propia tragedia. Si en nuestra relación con el pasado se trata sólo de “comprender” el pasado mismo, la historia de las ideas poco tendría que aportar a una genuina comprensión de los problemas humanos, problemas, a no dudarlo, que son los que suscitan el fondo real de la reflexión política de todos los tiempos. Para Strauss, todos los grandes autores del mundo clásico y algunos modernos discutían alrededor de un problema esencial, que era la cuestión de la búsqueda del mejor régimen político. Mientras este enfoque es algo propio y natural al mundo filosófico, no lo es en cambio al discurso moderno “científico”que, al separarse de la concepción tradicional de la naturaleza humana, descarta la realidad misma del sentido de la pregunta por lo político y su relación con las urgencias humanas, que se expresan en la visión teleológica de todo pensamiento tradicional.

Hay que reconocer que tanto la propuesta straussiana como la de la Escuela de Cambridge enriquecen, cada una a su modo, el campo de la historia de las ideas políticos, pues ambas tratan cuestiones que de alguna manera pueden ser relevantes para alcanzar el mejor conocimiento del pasado, así como su relación con el presente. Pero sea en la orientación de una corriente, sea en el de la otra el hecho innegable es que, cuando nos referimos a nuestra propia tradición historiográfica, hasta la fecha no se han realizados trabajos que explícitamente se incluyesen dentro de alguna de estas dos perspectivas o ensayasen algún tipo de vía alternativa. Esta situación –pensamos- se debe en gran medida a la influencia de la tradición positivista y del marxismo dentro de nuestra academia, que ha influenciado negativamente el pensamiento político o filosófico peruano, postergándolo, y limitándolo muchas veces, en la típica vía taxonómica del positivismo, a efectuar una presentación cronológica de ideas y de autores ligados a éstas mismas ideas, sin estimular un diálogo que permita articular un desarrollo de pensamiento acerca de lo político o de filosofía política, que en el extremo se identifican. Esto se puede ver claramente en el clásico texto de Augusto Salazar Bondy en la década de los sesenta[8] o, más recientemente, y en una línea bastante semejante, en el compendio de pensamiento filosófico peruano de David Sobrevilla[9]. Tanto uno como otro trabajo están manifiestamente interesados, a veces hasta la saciedad, en efectuar -como señalamos- una clasificación de autores y corrientes de pensamiento (una perspectiva “científica”, ciertamente). En ambos, debe agregarse, hay una cierta propensión ideológica que funciona a modo de agenda no tan oculta, y que pretende afirmar una “identidad propia” dentro de nuestro discurso filosófico, (filosofía peruana o latinoamericana, por ejemplo), en oposición quizá a ciertas formas de “imposición foránea” o colonialismo mental. Curiosa manera de hacer pensamiento, que hace de la tarea auxiliar de recopilar información y clasificarla -tarea necesaria, sin duda- en el oficio mismo del pensador filosófico, una de cuyas consecuencias más indeseables para sus propios autores es someter la visión del pensamiento peruano justamente al esquema colonial del que se lo pretendería liberar.

Sin embargo, dentro de las propuesta de enfoque ideológico, debemos señalar que, en los últimos años ha comenzado a surgir un interés por desarrollar más ampliamente y con mejores recursos el pensamiento peruano, destacando particularmente las obras de Carmen Mc Evoy[10] y Karen Sanders[11]. La primera impone una lectura del pensamiento político basada en la perspectiva de una incuestionada “cultura cívica”, unida ésta a una revolución cultural que legitima un cambio, un cambio, sin duda, que es un adentramiento en la perspectiva de la modernidad y que supone un compromiso normativo acrítico con sus premisas de diverso orden[12]. El intento de McEvoy consiste en lograr un balance entre la perspectiva de la última modernidad democrática que se llama a sí misma “crítica” (de paradójica raíz marxista) y su incompatible conceptual, la hermenéutica, que pretende identificar “tradiciones” de discurso que se logran a través de la integración del pasado por medio del lenguaje. La aproximación de Sanders, a su turno, va claramente dirigida por la vertiente hermenéutica, en lo que significaría un enfoque basado en el reconocimiento de “tradiciones” que se asociarían a la configuración de la nación y la nacionalidad peruana. Evidentemente, tal enfoque hermenéutico estaría mucho más cerca de Skinner, y mucho más alejado de Strauss. Como el lector podrá comprobar, los diversos colaboradores de este libro se han servido, de una u otra manera, de los enfoques, sea de Strauss, como en los casos de Eduardo Hernando y Víctor Samuel Rivera, sea del de la Escuela de Cambdrige, cual es el caso notoriamente, por ejemplo, de los aportes de Ricardo Cubas y Cristóbal Aljovín. En este sentido, hemos intentado introducir, con este texto, una lectura alternativa de nuestro pasado, una lectura que, a la par que sea capaz de reconstruir las ideas políticas de nuestros predecesores, los haga también partícipes, de alguna manera, de las demandas más universales de una historia genuinamente filosófica, de una historia del pensamiento político que sea ella misma pensamiento político. Esperamos que nuestra tarea sea fructífera.


Presentación de los artículos

El presente libro está compuesto de un conjunto de artículos que versan sobre diferentes autores de inicios del siglo XX y que reflexionan sobre el Perú. A veces es de manera directa, como cuando Martín Santiváñez trata de Víctor Andrés Belaunde en su polémica con José Carlos Mariátegui, la reflexión de Cristóbal Aljovín sobre la política de bloques en Francisco García Calderón, o el filósofo Víctor Samuel Rivera, cuando trata el pensamiento político de José de la Riva Agüero bajo la óptica del carácter infundable y trágico del liberalismo. A veces se trata la cuestión del pensamiento político de un modo indirecto, como en el trabajo del historiador Fernando Villegas al ocuparse del pensamiento estético de principios de siglo, articulado bajo la perspectiva política de la identidad limeña y peruana. Exceptuando el artículo de Eduardo Hernando Nieto, que nos presenta una visión panorámica del pensamiento político bajo la perspectiva de Strauss, y el de Ricardo Cubas, un resumen del periodo bajo la óptica de la Escuela de Cambridge, el eje de la preocupación de los autores es ofrecer una versión a la vez rigurosamente histórica y genuinamente reflexiva del significado del pensamiento de lo político del Perú a inicios del siglo XX, a veces con un interés expreso de reconstruir las fuentes históricas y el sentido actual de las reflexiones de los pensadores aludidos, como en el artículo de Paul Montoya sobre el positivismo de principios del siglo XX, a veces –como en el artículo de Rivera- con la pretensión de hacer una reflexión filosófica que asocie e integre a los pensadores del pasado con los problemas del pensamiento político y la filosofía política del presente, en el caso de Rivera, una reflexión a través de José de la Riva Agüero de la “diferencia” como alternativa al predominio del “pensamiento único” del liberalismo globalizador contemporáneo.

Todos los trabajos, si no la perspectiva –en que cada uno es autónomo-, comparten en común la convicción de que las primeras décadas del siglo XX del Perú significaron un momento de florecimiento de un pensamiento creativo que, aunque muchas veces ligado al ensayo –lo que aparentemente lo empobrece-, indaga sobre el país o la tradición nacional con pretensiones de alcance claramente universal, como una pauta para repensar no sólo el Perú, sino también los flancos de una modernidad política ostensiblemente hostil a los márgenes de disidencia, un punto especialmente relevante en un país como el nuestro que, si debe ir de la mano con su tiempo, debe serlo también para pensarlo, y pensarlo críticamente, como un camino, tal vez intransitado, de un destino peculiar y propio. En este sentido, y en líneas generales, el tema de la identidad atraviesa irremediablemente el conjunto de los textos. La idea de fondo, el propósito último que guía tanto la intención de los compiladores como –a no dudarlo- la de propios los autores que han contribuido con esta compilación, es mostrar que el 900 no es sólo esa generación tal vez pasada y agotada de un grupo de amigos cuyo pensamiento se vio opacado por una historia que fue adversa y hasta cruel con sus propuestas, sino una fuente novedosa e inexplorada de pensamiento peruano que debe abrirse, en su complejidad y en su riqueza, a recrear nuestro imaginario político desde las imperiosas necesidades humanas que tanto la realidad como su plasmación en ideas –que no se diferencian en el continuo del quehacer de la vida- le reclaman a una academia muchas veces divorciada de sus obligaciones, no sólo con el país, sino con la naturaleza humana misma. Otro novecientos: Un novecientos que vive, que habla, y que exige. Un novecientos que nos hace falta, huérfanos como estamos, en la completa dependencia a la que nos somete un pensar global de lo político cuya agenda obedece en nuestro país muchas veces no a la convicción de las ventajas de una modernidad 200 años incomprendida, sino al olvido negligente de la propia sustancia y a la pérdida del sentido auténtico del pensar.

No sería digno dejar de dar un agradecimiento explícito aquí al filósofo Víctor Samuel Rivera, entusiasta del pensamiento peruano del periodo que hemos seleccionado, sin cuyo acicate académico y sin su aún más directo aporte como editor del presente libro, esta obra no hubiera podido cursar la imprenta.
[1] Cfr. Tarcov, Nathan & Pangle L., Thomas; “Leo Strauss y la Historia de la Filosofía Política”. En: Strauss, Leo & Cropsey, Joseph (comps.); Historia de la filosofía política. México: FCE, 1993.
[2] Tully, James. “The pen is a mighty sword: Quentin Skinner´s analysis of politics”. En: Tully, James (ed); Meaning & Context. Quentin Skinner and his Critics. Oxford: Polity Press, 1988. Para un análisis del pensamiento de Skinner, cfr. Palonen, Kari; Quentin Skinner, History, Politics, Rhetoric. Cambridge: Cambridge University Press, 2003.
[3] Cfr., entre otros textos de Skinner, “Meaning and Understanding in the History of Ideas”. En: History and Theory 8, 3 – 53, 1969; The Foundations of Modern Political Thought. Cambridge: Cambridge University Press, 1978; Liberty Before Liberalism. Cambridge: Cambridge University Press, 1998; sobre John Pocock, The Machiavellian Moment. Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 1975; Politics, Language and Time. Chicago: Chicago University Press, 1989; de John Dunn, The Political Thought of John Locke. Cambridge: Cambridge University Press, 1969.
[4] De Leo Strauss se puede revisar entre otros, Natural Right and History. Chicago: Chicago University Press, 1953; What is Political Philosophy? Westport, Conn: Greenwood, 1973; Persecution and the art of writing. Glencoe, Ill: Free Press, 1952 y también algunos textos de sus seguidores como Bloom, Allan; Giants & Dwarfs, essays 1960 – 1990. New York: Simon & Schuster, 1990; Pangle, Thomas L.; The Spirit of Modern Republicanism. Chicago: Chicago University Press, 1990; Mansfield Jr., Harvey C.; Taming the Prince. New York: The Free Press, 1989.
[5] Cfr. Ostrensky, Eunice; “Estudio preliminar”. En: Skinner, Quentin; El nacimiento del Estado. Buenos Aires: Gorla, 2003, pp. 6–7.
[6] Ibid.
[7] Tarcov & Pangle, op. cit., p .855.
[8] Salazar Bondy, Augusto; Historia de las ideas en el Perú contemporáneo. Lima: Francisco Moncloa Editores, 1965, 2 vols.
[9] Sobrevilla, David; La Filosofía contemporánea en el Perú. Lima: Carlos Matta, 1996.
[10] Mc Evoy, Carmen. La Utopía Republicana, ideales y realidades en la Formación de la Cultura Política Peruana (1871 – 1919). Lima: PUCP, 1997.
[11] Sanders, Karen; Nación y Tradición, cinco discursos entorno a la nación peruana. Lima: FCE, 1997.
[12] Mc Evoy, op. cit., p.12.

2 comentarios:

Superboy-Prime dijo...

Hola:

Disculpa, qué opina sobre el Gral. Donayre y el reciente escándalo? Lea mi blog. Sería bueno que escriba algo sobre eso. Creo que el conservadurismo antiliberal tiene algo que decir también.

Adiós.
Prime.

eduardo hernando nieto dijo...

Hola, lo que lamento es que se tenga que tomar decisiones para satisfacer a otros (en este caso un gobierno extranjero).
Por ahora estoy desenchufado de la realidad politica por asuntos laborales, espero reconectarme a partir de enero
saludos
eduardo