jueves, 9 de agosto de 2007

DONOSO CORTÉS COMO PENSADOR REACCIONARIO


* Eduardo Hernando Nieto

“Al punto han llegado las cosas, una solución radical es urgentísima. Las sociedades no pueden más, y es menester, o que la demagogia acabe, o que la demagogia acabe con las sociedades humanas: o una reacción o la muerte. Dios nos dará en su justicia la primera, para librarnos en su misericordia de la segunda”

Juan Donoso Cortés, Discurso sobre la Dictadura pronunciado en el Congreso el 4 de Enero de 1849



Curiosamente, Juan Donoso Cortés, Marqués de Valdegamas (1809 – 1953), aun ubicado dentro del pensamiento liberal doctrinario [1] había encontrado en sus famosas Lecciones sobre el Derecho Político[2] que el absolutismo y la teocracia eran formas de pensamiento reaccionario [3], estas ideas poco a poco irían cambiando por una visión bastante diferente a lo que mencionaba en un principio. Al mismo tiempo, es evidente que en sus ensayos contra el Liberalismo y en el otro en favor de la Dictadura encontraremos ya al Donoso que se aproximaba a Joseph de Maistre y que años más tarde será desempolvado por el constitucionalista alemán Carl Schmitt [4].
Ciertamente, sobre estos trabajos y en particular sobre el Ensayo en torno al Liberalismo que ha sido catalogado como “el ataque más penetrante del pensamiento contrarrevolucionario de estirpe católica contra el liberalismo doctrinario y el socialismo premarxista”[5], Donoso, pretendía no solo mantener sus críticas a las teorías de la soberanía popular hechas en sus primeros trabajos sino que ahora añadía a esta visión dos elementos centrales que se entrelazaban: el primero, su escepticismo respecto al individualismo manifestado en su primigenia tesis del gobierno representativo y de la soberanía de la inteligencia y el segundo, su pesimismo desencarnado que ya no podía tolerar la influencia de Comte ni de los doctrinarios españoles y que paradójicamente se aproximaba a un pensador que había sido materia de juicios muy duros en sus Primeras Lecciones, nos referimos por cierto a Thomas Hobbes[6]. Este pesimismo resultaría finalmente en un descrédito de las corrientes ligadas al derecho natural y a la ley eterna y a toda la tradición que daba fundamento al Imperio y a la Monarquía como Institución sagrada.
Con todas estas observaciones los citados trabajos merecían ya un profundo análisis y una seria meditación, empero, además de estos grandes cambios en la posición donosiana encontrábamos en estos textos y en otros más de su segundo periodo argumentos muy sólidos en torno a las carencias y a las incoherencias del liberalismo y el socialismo y en particular de las Instituciones políticas que aparecieron tras la decantación del individualismo moderno, en particular el Parlamento. Sobre este último, Donoso anunciaba ya las limitaciones del espíritu deliberativo que nacía con el Liberalismo, y que se caracterizaba por la discusión constante y continua pero sin atinar a ningún final e incapaz de llegar a una decisión dado su talante neutral[7].
Así pues, Donoso se va abocar ahora a tratar de liquidar de manera teórica a las democracias liberales al tiempo que a advertir de los peligros que ya se cernían ante el avance del Socialismo que además de ser una ideología de la modernidad y por ende profundamente antireligiosa preconizaba la igualdad atentando así contra la propiedad y la unidad familiar[8].
Por cierto, ya al inicio de su ensayo sobre El Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo, destacaba él la importancia de la religión en el estudio de la política, considerando a ésta “como el fundamento indestructible de las sociedades”[9] y de hecho parafraseando a Proudhon en sus Confesiones de un Revolucionario afirmaba categóricamente que todos nuestros conceptos políticos derivaban de la teología[10]. Pero quienes como los sofistas de ayer, aquellas sociedades que decidían abandonar “el culto de la verdad por la idolatría del ingenio “ no tenían esperanzas, pues tras los sofistas aparecían las revoluciones y después de ellos los verdugos[11]. De hecho, Roma, sucumbió porque sus Dioses habían sucumbido y su imperio terminó porque su teología había desaparecido[12].
Así, la ácida crítica desarrollada por el primer Donoso contra estas formas de “paganismo” abrían paso a una visión más amplia y tolerante afín con el pensamiento reaccionario que superaba los estrechos lindes del dogmatismo católica para plantear una defensa de las Instituciones políticas desde una óptica trascendente adentrándose en lo que sería la auténtica Teología política. Estas ideas podían ahora si entenderse como CATOLICISMO con mayúsculas por su búsqueda real de lo universal. Para Donoso el Catolicismo se caracterizaba por divinizar la autoridad, santificar la obediencia, condenando el orgullo y el espíritu de rebeldía[13].
La Iglesia Católica había servido entonces en esta tarea pues como decía él: “bajo su Imperio fecundísimo han florecido las ciencias, se han purificado las costumbres, se han perfeccionado las leyes, y han crecido con rica y espontánea vegetación todas las grandes instituciones domésticas, políticas y sociales. Ella no ha tenido anatemas sino para los hombres impíos , para los pueblos rebeldes, y para los reyes tiranos. Ha defendido a la libertad, contra los Reyes que aspiraron a convertir la autoridad en tiranía; y la autoridad, contra los pueblos que aspiraron a una emancipación absoluta; y contra todos, los derechos de Dios y la inviolabilidad de sus santos mandamientos. No hay verdad que la Iglesia no haya proclamado, ni error a que no haya dicho anatema. La libertad , en la verdad ha sido para ella santa; y el error, como el error mismo abominable…”[14].
Todas las sociedades tradicionales jamás discutieron sobre sus verdades[15] y solo se encontraba espacio para discutir los principios de contraste, es decir, de aquellos que se hallaban en el error, pero en un segundo estadio se proclamaría la impotencia humana para designar los errores, y de este principio de la libertad de discusión nacería el fundamento de las Constituciones modernas[16].
Este principio, continuaría Donoso, “se funda por una parte, en que no son infalibles los gobiernos, lo cual es una cosa evidente; se funda por otra parte, en la infalibilidad de la discusión, lo cual es falso a todas luces. La infalibilidad no puede resultar de la discusión, si no está antes en los que discuten; no puede estar en los que discuten sino esta al mismo tiempo en los que gobiernan: si la infalibilidad es un atributo de la naturaleza humana, está en los primeros y en los segundos: o todos son falibles, o son todos infalibles. La cuestión pues consiste en averiguar si la naturaleza humana es falible o infalible; de la cual se resuelve forzosamente en esta otra, conviene a saber: si la naturaleza del hombre es sana, o esta caída y enferma”[17].
Ciertamente si se afirmase que el entendimiento humano es infalible, deberíamos aceptar que la Verdad está en todos los hombres y por ende sus opiniones sean afirmativas o negativas serían idénticas con lo cual la discusión no tendría sentido. Ahora bien, si se asumiera que el entendimiento entre los seres humanos está realmente enfermo, no habría posibilidades de acercarse a la verdad, así, todas sus afirmaciones y negaciones serían inciertas, aquí entonces la discusión tampoco tendría el mayor sentido[18].
Evidentemente, Donoso encontraba la infalibilidad en la Iglesia y la falibilidad entre los hombres que habían sido golpeados de manera brutal por el pecado. La Iglesia tenía por lo tanto el único derecho para hacer afirmaciones o negaciones, es decir, poseían el monopolio de la verdad[19].
Asumiendo una perspectiva pesimista de la naturaleza humana[20] - como en su momento lo habían hecho Maquiavelo y Hobbes- consideraba que los hombres se hallaban en una situación de incertidumbre que se conocía como el libre albedrío y que no era otra cosa que una libertad que los hombres eran incapaces de manejar[21].
“Y conocereis la verdad y la verdad os libertará”[22], este era el sentido de la libertad antes de la caída que suscribía Donoso al tiempo que afirmaba de manera rotunda que el origen del mal se encontraba en el mal uso que hicieron los hombres de la facultad de escoger[23] Esto trajo consigo que se olvidase la voluntad divina en favor de la voluntad humana y este sería definitivamente el origen del liberalismo.
Así pues, Donoso escribiría:
“Por lo que hace á la escuela liberal, diré de ella solamente que en su soberbia ignorancia desprecia la teología; y no por que no sea teológica á su manera, sino porque, aunque lo es, no lo sabe. Esta escuela no ha llegado todavía á comprender, y probablemente no comprenderá jamás, el estrecho vínculo que une entre sí las cosas divinas y las humanas, el gran parentesco que tienen las cuestiones políticas con las sociales y con las religiosas, y la dependencia en que están todos los problemas relativos al gobierno de las naciones, de aquellos otros que se refieren á Dios, legislador supremo de todas las asociaciones humanas”[24].
El liberalismo entonces rechazaba la teología cristiana pero esto no era óbice para que creyeran en un Dios abstracto e indolente al que le servían los filósofos pues, “aunque es rey de la creación el dios de esta escuela, ignora perpetuamente con una augusta ignorancia la manera en que sus gobiernos son gobernados y regidos … Por lo que hace al mal, la escuela liberal le niega en las cosas físicas y le concede en las humanas para esta escuela todas las cuestiones relativas al mal ó al bien se resuelven en una cuestión de gobierno, y toda cuestión de gobierno en una cuestión de legitimidad; de tal manera, que cuando el gobierno es legítimo, el mal es imposible; y por el contrario, cuando es ilegítimo el gobierno, el mal es inevitable. La cuestión del bien y del mal se reduce pues, á averiguar, por una parte, cuáles son los gobiernos legítimos; y por otra cuales son los usurpadores”[25]. Donoso señalaba entonces que el liberalismo era fundamentalmente deista es decir, que aceptaban en cierta forma la relación inicial entre Dios y el poder (absolutismo) mas inmediatamente producido el encuentro, Dios se alejaba completamente del mundo temporal y dejaba a las autoridades como soberanos absolutos[26]. Esto era quizá el rasgo más insoportable del liberalismo pues aparecía básicamente como la soberbia encarnada[27] y su comportamiento relucía como una usurpación, tales juicios lo harían pronunciar quizá una de las críticas más duras contra el esprit del liberalismo pero también la más precisa:
“De todas las escuelas esta es la más estéril; porque es la menos docta y la más egoísta. Como se vé, nada sabe de la naturaleza del mal ni del bien: apenas tiene noticias de Dios, y no tiene ninguna del hombre. Impotente para el bien, porque carece de toda afirmación dogmática, y para el mal, porque le causa horror toda negación intrépida y absoluta, está condenada sin saberlo, á ir á dar con el bajel que lleva su fortuna al puerto católico ó a los escollos socialistas. Esta escuela no domina sino cuando la sociedad desfallece; el periodo de su dominación es aquel transitorio y fugitivo en el que el mundo no sabe si irse con Barrabás ó con Jesús, y está suspenso entre una afirmación dogmática y una negación suprema. La sociedad entonces se deja gobernar de buen grado por una escuela que nunca dice afirmo ni niego, y que á todo dice distingo. El supremo interés de esa escuela está en que no llegue el día de las negaciones radicales ó de las afirmaciones soberanas; y para que no llegue por medio de la discusión confunde todas las nociones y propaga el escepticismo, sabiendo como sabe que un pueblo que oye perpetuamente en boca de sus sofistas el pro y el contra de todo, acaba por no saber á qué atenerse, y por preguntarse á sí propio si la verdad y el error, lo injusto y lo justo, lo torpe y lo honesto son cosas contrarias entre sí, ó si son una misma cosa mirada bajo puntos de vista diferentes”[28].
Pero como el Marqués de Valdegamas aseveraba, no había mal que durase cien años ni cuerpo que lo resistiese ya que “este periodo angustioso, por mucho que dure, es siempre breve; el hombre ha nacido para obrar, y la discusion perpétua contradice á la naturaleza humana, siendo como es enemiga de las obras. Apremiados los pueblos por todos sus instintos, llega un día en que se derraman por las plazas y las calles pidiendo á Barrabas ó pidiendo á Jesus resueltamente, y volcando en el polvo las cátedras de los sofistas”[29]. Así comenzaba entonces a perfilarse una de las más agudas críticas al liberalismo y que en tiempos más recientes será reformulada bajo el concepto de democracia deliberativa[30]. Para un Católico como Donoso no había duda que los problemas humanos nacían con la discusión pues el hombre no se perdió sino porque discutió con la mujer y ésta porque lo hizo con el diablo[31], de hecho, “la antigüedad toda hubiera condenado unánimemente al insensato que hubiera puesto en pública discusión á un tiempo mismo las cosas divinas y las humanas, las instituciones religiosas y las humanas, las instituciones religiosas y las sociales, los magistrados y los dioses”[32].
De aquí se desprendería entonces el hecho de identificar al mal dentro del organismo humano y no bastaría entonces con mudar de gobierno sino de transformar la naturaleza del hombre[33].
En cuanto a las escuelas socialistas, ellas eran “bajo el punto de vista filosófico, racionalistas; bajo el punto de vista político, republicanas; bajo el punto de vista religioso, ateas”[34] distinguiéndose del liberalismo en cuanto a su carácter de atea y republicana[35]. Empero, no dejaba de intrigar el hecho de que podíamos hallar algunas compatibilidades entre Donoso y las escuelas socialistas, no tanto por su postura racionalista pero si por su postura existencial y decisionista que concordaba en el desprecio de ambos por el mundo Burgués[36].
Los socialistas aguardan sin embargo la realización de una edad de oro para el futuro pero esto ciertamente no podía ser tolerado por Donoso quien en esta su segunda etapa ya había dejado completamente fuera el optimismo liberal y se manifestaba escéptico y rotundamente pesimista. En este sentido, tanto liberales como socialistas coincidían en su visión idealista de la humanidad y sus condiciones intrínsecamente bondadosas que no era otra cosa que un rechazo bastante directo a la noción teológica-política del pecado[37] lo cual lo llevará a negar a la familia y al gobierno que serían obstáculos para la libertad y la igualdad natural.
Si bien es cierto que desde San Agustín el gobierno era percibido como un producto del pecado original[38], el hecho que los socialistas descartasen el pecado hacía comprensible que se opusiesen a toda forma de gobierno y autoridad. No obstante, - y aquí se daban otra de las paradojas que compartía igualmente con el liberalismo - su negación del gobierno no era más que aparente en tanto que ya Proudhon por ejemplo aseveraba que la sociedad como ser colectivo si era posible de existir y ser autónomo. Se entendía entonces que para los socialistas la sociedad aparecía como un ente infalible[39].
Tras esta crítica al liberalismo y al socialismo y acentuando una posición más pesimista aun, Donoso arribará a conclusiones extremas aunque imperiosas: la necesidad de invocar una dictadura de la espada[40]. Para llegar a este punto hay que tomar en cuenta la situación de inestabilidad política que vivía España y que ésta era incapaz de capear utilizando los recursos permitidos por el orden legal. Es más, el mismo legalismo se había convertido en una de las mismas causas de tales contradicciones pues se había distorsionado su razón de ser llegándose al caso de que las sociedades aparecían subordinadas a las leyes y no a la inversa como debería de ocurrir, es decir, que las leyes estuviesen al servicio de la sociedad[41]. En este sentido y dada la situación de crisis en la que la legalidad como dijimos se mostraba impotente, Donoso sin embargo no se hacía muchos problemas y parecía que tenía las cosas bastante claras: “Cuando la legalidad basta para salvar la sociedad la legalidad, cuando no basta, la dictadura”[42].
La dictadura en una situación de emergencia era perfectamente racional e inclusive podía ser un buen gobierno[43]. Haciendo una revisión de los antecedentes históricos de la dictadura él encontraba entonces que todas las sociedades tuvieron esta institución, en Atenas por ejemplo este poder se hallaba en el pueblo y se llamaba ostracismo en tanto que en Roma la institución de la dictadura se ubicaba en el Senado que delegaba esta función a un varón consular. Inclusive la propia República era el mote de una auténtica dictadura[44]. Donoso inclusive reconocía ya la íntima relación entre la política y la dictadura pues hasta la propia Constitución inglesa acogía a la dictadura no como excepción sino como regla, esto es, como common law o derecho común[45].
Si Donoso demostraba que la Dictadura era una verdad histórica y teórica, faltaba mostrar que la Dictadura no estaba reñida con Dios. En otras palabras, que la Dictadura era un recurso legitimo y no censurado por la revelación. Sobre este punto entonces él encontraba por ejemplo que Dios si bien actuaba de acuerdo a la ley eterna había circunstancias en la que él mismo las alteraba produciendo una suerte de excepción a la regla[46]. En el terreno político, una revolución por ejemplo era un cambio que se producía dentro de un orden o regla establecida pero que por sus propios errores este orden político había sido el propio causante de esta situación. Sin embargo, una revolución, o una catástrofe podía entenderse como un acto querido por Dios pues ciertamente a través del dolor se identificaba la presencia de una enfermedad. De hecho, La revolución si bien en un primer momento podía decirse que era benéfica en tanto nos servía como alerta para reconocer la peligrosidad de la situación política una vez que se identificaba el peligro la revolución cumplía su misión y había que concluirla antes que ella terminase con nosotros. Por ende, la Dictadura aparecía y se legitimaba en su lucha contra el desorden y su anhelo por recuperar la paz y la justicia alterada por la revolución. Así pues, en épocas de revolución, de turbulencia la dictadura era a todas luces Legítima[47].
El contexto político del siglo XIX, estaba determinado por las revoluciones liberales y socialistas y ambas coincidían en su rechazo a Dios y a toda tradición. Se trataba en los dos casos de movimientos anclados en una noción de libertad negativa y de autonomía que habían producido paradójicamente la más terrible tiranía externa. Esto por cierto, Donoso lo explicaba en base a la recordada alegoría del termómetro:
“Señores, no hay más que dos represiones posibles: una interior y otra exterior, la religiosa y la política. Estas son de tal naturaleza, que cuando el termómetro religioso está subido, el termómetro de la represión está bajo; y cuando el termómetro religioso está bajo, el termómetro político, la represión política, la tiranía está alta. Esta es una ley de la humanidad, una ley de la historia”[48].
Obviamente las sociedades modernas habían dejado de lado la religión y por ende la represión interna (la creencia) estaba muy baja. Las personas entonces ya no actuaban de manera voluntaria cuando la autoridad requería su concurso y para evitar los conflictos entre libertades autónomas era imprescindible ordenar coercitivamente distintas conductas, en otras palabras había que utilizar la represión, la violencia física. La libertad de los antiguos justamente se forjaba en el deber y en la obligación que se manifestaba en la propia represión religiosa.[49].
Donoso con esta alegoría tocaba un punto fundamental en torno a la importancia de la metapolítica. Cuando un grupo de personas compartían una verdad que los hermanaba y los obligaba actuar de determinada manera[50], esto tenía el efecto de constituir una sociedad pacífica, la cual no requería la presencia de una gran autoridad[51], ni tenía además porque acudir a los tribunales - con lo cual se hacía innecesaria la presencia del derecho - Estaba claro entonces que para él la Corrupción crecía conjuntamente con el Gobierno[52]. El gran problema de la modernidad no era otro entonces que el de la liberación de la represión interna (religión) y allí encontrábamos la primera causa de los conflictos sociales. La revolución era entonces inminente pero una vez producida ésta vivir en una permanente revolución significaba la disolución de la comunidad y por ende incumplir con la voluntad de Dios y las posibilidades de los hombres de redimir su situación. Ante tal escenario era comprensible entonces el llamado a la Dictadura como en su momento lo hiciera cualquier orden tradicional en la búsqueda por terminar un desorden político de resultados inciertos, así Donoso invocaría a la Dictadura del sable en contraste con la de la daga que era el producto de la revolución individualista:
“ Señores, si aquí se tratara de elegir, de escoger entre la libertad por un lado, y la dictadura por otro, aquí no habría disenso ninguno; porque ¿quien, pudiendo abrazarse con la libertad, se hinca de rodillas ante la dictadura? Pero no es esta la cuestión. La libertad no existe de hecho en Europa; los gobiernos constitucionales, que la representaban años atrás, no son ya en casi todas sus partes, señores, sino un armazón, un esqueleto sin vida. Recordad una cosa, recordad á Roma imperial. En la Roma imperial existen todas las instituciones republicanas: existen los omnipotentes dictadores, existen los inviolables tribunos, existen las familias senatorias, existen los eminentes cónsules; todo esto, señores, existe; no falta más que una cosa: sobra un hombre, y falta la república … Así señores, la cuestión como he dicho antes, no está entre la libertad y la dictadura, si estuviera entre la libertad y la dictadura, yo votaría por la libertad, como todos los que nos sentamos aquí. Pero la cuestión es esta, y concluyo: se trata de escoger entre la dictadura de la insurrección y la dictadura del gobierno: puesto en este caso, yo escojo la dictadura del gobierno, como menos pesada y menos afrentosa. Se trata de escoger entre la dictadura que viene de abajo, y la dictadura que viene de arriba: yo escojo la que viene de arriba, porque viene de regiones más limpias y serenas: se trata de escoger, por último, entre la dictadura del puñal y la dictadura del sable: yo escojo la dictadura del sable, porque es más noble”[53].
Está muy claro entonces que Donoso reconocía ya la crisis de un sistema teológico-político que impedía que las Instituciones tradicionales se siguiese manteniendo (léase Monarquía y derecho natural) y por lo tanto la Dictadura era la única respuesta posible que debía durar tanto como la situación de emergencia lo obligase. Carl Schmitt un siglo después se encargaría de perfilar las ideas adelantadas por este gran espíritu del pensamiento reaccionario.


Profesor de Teoría Legal y Teoría Política en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Autor de “Pensando Peligrosamente: el pensamiento reaccionario y los dilemas de la democracia deliberativa” (Lima: PUCP, 2002) y “Deconstruyendo la legalidad: ensayos de teoría legal y teoría política” (Lima: PUCP, 2002)

[1] Termino popularizado por Luis Diez del Corral, Liberalismo Doctrinario (Madrid: IEP, 1956)
[2] Juan Donoso Cortés, Obras Completas, Vol. I. (Madrid: Imprenta de Tejado Editor, 1854). Lecciones. de Derecho Político
[3] Curiosamente Donoso Cortés llamó reaccionario al absolutismo y a la democracia rousseauniana, cuando él mismo será ubicado dentro del pensamiento reaccionario o contrarrevolucionario.
[4] Para una exposición de las ideas de de Maistre y Schmitt se puede ver nuestro texto: Pensando Peligrosamente , el pensamiento reaccionario y los dilemas de la democracia deliberativa, (Lima: PUCP, 2,002)
[5] José Corts Grau, “Perfil actual de Donoso Cortés” en Revista de Estudios Políticos, Volumen X, Madrid, 1945, p.97.
[6] Por ejemplo Donoso decía sobre Hobbes que “..la soberanía de derecho divino reconoce algunos límites, porque Dios ha de juzgar á los reyes; pero la soberanía de Hobbes se niega a toda limitación: porque para él Dios no existe y el pueblo, desde el momento que resigna sus derechos, se hace esclavo. Inflexiblemente lógico, niega al pueblo el derecho de resistencia á la opresión aunque sea la opresión mas delirante y absurda.”
Juan Donoso Cortés, “Lecciones. de Derecho Político”, p.134.
[7] Donoso acusa a los liberales de no ser capaces de ningún tipo de definición ni para el bien o para el mal ni de desear involucrarse con cualquier posición. Ver Donoso Cortes, “Ensayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo”, Obras Completas, Vol. IV, Ibid., p. 154.
Al respecto, un crítico del Liberalismo contemporáneo como el Profesor de la Universidad de Harvard , Michael Sandel, concuerda en advertir que la Neutralidad es la característica por antonomasia del Liberalismo anglosajón: “La idea que el gobierno debe ser neutral con respecto a la pregunta sobre la buena vida es la distintiva del pensamiento político moderno. La teoría política antigua sostenía que el propósito de la política era cultivar la virtud, o la excelencia moral, de los ciudadanos……a diferencia de la concepción antigua, la teoría liberal no considera a la vida política vinculado a los más altos fines de la sociedad o con la excelencia moral de sus ciudadanos. Antes que promover una concepción particular de buena vida, la teoría liberal, insiste en la tolerancia, los procedimientos justos y el respeto a los derechos individuales - valores que respetan la libertad de las personas para escoger sus propios valores.”
Michael J. Sandel, Democracy´s Discontent, America in Search of a Public Philosophy (Cambridge, Mass: The Belknap Press of Harvard University Press, 1996), pp.7-8.
[8] Carmen López-Alfaro, “El Pensamiento conservador español en el siglo XIX: de Cádiz a la Restauración”, en Historia de la Teoría Política, Vol. 5 editado por Fernando Vallespín, (Madrid: Alianza 1993), p.302.
[9] Donoso, “Ensayo sobre el Catolicismo,el Liberalismo y el Socialismo” en Obras Completas, Vol IV, Ibid., p.14.
En este sentido Donoso cita por ejemplo a Jenofonte quien dice que las ciudades y naciones más piadosas han sido siempre las más duraderas y sabias o a Plutarco que decía que es cosas más fácil fundar una ciudad en el aire, que constituir una sociedad sin la creencia de los Dioses, o la de un autor moderno como Rousseau quien afirmaba en el Contrato Social Libro 4, capítulo 8 que jamás se fundó un Estado sin que la religión le sirviese de fundamento.
[10] ”Ensayo sobre el Catolicismo,el Liberalismo y el Socialismo., p.13.
Esto mismo sería repetido después por Carl Schmitt al mencionar en Teología Política, “que todos nuestros conceptos políticos son conceptos políticos secularizados”. Political Theology , (Cambridge, Mass: The MIT Press, 1988) p. 36.
[11] Ibid , p.16.
[12] Ibid., p.21.
[13] Ibid., p.31
[14] - Ibid., p.38.
[15] Por ejemplo Lao Tse en el Tao-Te-ching ( LXXXI) escribía: “El hombre que posee la virtud no discute, el hombre que discute, no posee la virtud”
[16] Donoso, Ibid., p.39.
[17] Ibid.
[18] Ibid., p.40.
[19] En este sentido, Donoso concordaba con de Maistre en la medida que el consideraba que las decisiones de la Iglesia no podían ser apeladas, y esta infalibilidad era además la esencia de la Decisión que luego sería trasladada al terreno político con el concepto de Soberanía del Orden Estatal. Ver Carl Schmitt, Ibid., p.55.
[20] Hay que tener en cuenta que cuando Donoso hablaba de la naturaleza maligna de los hombres él se hallaba en medio de una polémica con los anarquistas ateos que sostenían la naturaleza benigna de los hombres. Esto lo haría expresar en relación a los seres lo siguiente: “El reptil que piso con mis píes , sería á mis ojos menos despreciable que el hombre”
Carl Schmitt, Political Theology, Ibid., pp. 57-58.
[21] “Tened los ojos por toda la prolongación de los tiempos, y vereis cuán turbias y cenagosas vienen las aguas de ese rio en que la humanidad va navegando: alli viene haciendo cabeza de motin Adan el rebelde, y luego Cain el fratricida, y tras él muchedumbres de gentes sin Dios y sin ley, blasfemas, concubinarias, incestuosas, adúlteras; los pocos magnificadores de Dios y de su gloria olvidan al cabo su gloria y sus magnificencias, y todos juntos tumultúan y bajan en tumulto, en el ancho buque que no tiene capitán, las turbias corrientes del gran rio, con espantoso y airado clamoreo, como de tripulación sublevada. Y no saben ni adónde van ni de dónde vienen, ni saben como se llama el buque que los lleva ni el viento que los empuja..”
Ibid., p.102.
[22] Juan, 8, 32.
[23] Donoso Cortés, Obras Completas, Ibid., p.113.
[24] Ibid., pp. 149-150.
[25] Ibid.
[26] Esta sería la visión del despotismo ilustrado que en su versión más bien legal antes que legítima estará encabezada posteriormente por Hans Kelsen y su Estado de Derecho, que se convertirá así en una institución humana pero que retendrá para si todas las características de omnipotencia e infalibilidad de Dios y la Iglesia.
[27] Además y paradójicamente el Liberalismo tenía por actitud en palabras de Donoso “proclamar las existencias que anula y anular las existencias que proclama” pues, “Ninguno de sus principios deja de ir acompañado del contraprincipio que le destruye. Así, por ejemplo, proclama la monarquía, y luego la responsabilidad ministerial, y por consiguiente la omnipotencia del ministro responsable, contradictorio de la monarquía. Proclama la omnipotencia ministerial, y luego la intervención soberana, en materias de gobierno, de las asambleas deliberantes, la cual es contradictoria de la omnipotencia de los ministros. Proclama la soberana intervención en los asuntos del Estado de las asambleas políticas, y luego el derecho de los colegios electorales para fallar la última instancia, el cual es contradictorio de la intervención soberana de las asambleas políticas. Proclama el derecho de supremo arbitraje que reside en los electores, y luego acepta más o menos explícitamente el derecho de insurrección, contradictorio de aquel arbitraje pacífico y supremo. Proclama el derecho de insurrección de las muchedumbres, lo cual es proclamar su soberana omnipotencia; y luego da la ley del censo electoral, lo cual es condenar al ostracismo á las muchedumbres soberanas. Y con todos estos principios y contraprincipios se propone una sola cosa: alcanzar á fuerza de artificio y de industria un equilibrio que nunca alcanza, porque es contradictorio de la naturaleza de la sociedad y de la naturaleza del hombre.”
Ibid., p.161.
[28] Donoso, Ibid., pp. 154-155.
[29] Ibid., p.155.
[30] La democracia deliberativa en realidad constituye el eje central de esta crítica que estamos emprendiendo contra el liberalismo-democrático desde las posiciones reaccionarias y viene a ser el desarrollo último y lógico de las tesis originadas en liberales decimonónicos como John Stuart Mill y que en los últimos años han sido defendidos por autores de diversos orígenes como Jürgen Habermas, Seyla Benhabib, David Held o Ammy Gutmann por citar unos cuantos nombres. En síntesis la democracias deliberativa puede ser definida como el ofrecimiento de razones públicas por parte del gobierno en torno a sus decisiones políticas. Cfr. James Bohman & William Rehg (eds), Deliberative Democracy, Essays on Reason and Politics, (Cambridge, Mass: The MIT Press, 1997), Stephen Macedo (ed) , Deliberative Politics, Essays on Democracy and Disagreement, Oxford: Oxford University Press, 1999) entre otros.
[31] Donoso, Ibid., p.156.
[32] Ibid., p.157.
[33] Ibid.
[34] Ibid., p.160.
[35] Ibid.
[36] Sobre esto Karl Löwith mencionaba que el socialista Proudhon era enemigo de la burguesía porque la odiaba con el furor propio de un advenedizo que quería transfigurar el mundo en tanto de Donoso la despreciaba con toda pasión porque veía en ella la tumba de la tradición.
Carl Löwith, De Hegel a Nietzsche, (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1968) p.353.
[37] “Los socialistas niegan el pecado y la posibilidad del pecado justamente. Negado el hecho y la posibilidad del hecho, procede la negación de la libertad humana, que no se concibe sin el pecado, ó por lo menos sin la potestad en la naturaleza humana de convertirse de inocente en pecadora.
Negada la libertad, quedaba negada la responsabilidad del hombre. La negación de la responsabilidad lleva consigo la negación de la pena: negada esta, procede por una parte, la negación del gobierno divino, y por otra, la de los gobiernos humanos. Luego por lo que hace á la cuestión de gobierno, la negación del pecado vá a parar al nihilismo”
Donoso, Ibid., p.243.
[38] San Agustín, The City of God, ( London:J.M. Dent and Sons Ltd., 1942)
[39] Donoso, Ibid., p.233.
En síntesis Proudhon hacía todo lo contrario de lo que decía pues como aseguraba Donoso: “proclama la libertad y la igualdad, y constituye la tiranía; niega la solidaridad, y la supone; se llama á si propio anarquista; y tiene ser y hambre de gobierno. Es timido y parece arrojado: el arrojo está en sus frases, la timidez en sus ideas. Parece dogmático, y es escéptico: es escéptico en la sustancia, y dogmático en la forma. Anuncia solemnemente que va á proclamar verdades peregrinas y nuevas, y no hace otra cosas sino ser el eco de antiguos y desacreditados errores. Ibid., p.234.
[40] Juan Donoso Cortés, “Discurso al Congreso pronunciado el 4 de Enero de 1849”, en Obras Completas Vol. III
[41] Ibid p.255.
Curiosamente, esa misma inversión ocurre actualmente en la relación entre el hombre y la economía; en la cual el hombre aparece subordinado al Mercado y no como debería de ser, esto es , el Mercado al servicio del hombre.
Cfr. John Gray, Beyond the New Right, Markets, Government and the Common Environment, (London: Routledge, 1993)
[42] Ibid.
[43] Ibid., p.256.
[44] Ibid., pp.256-257.
[45] Ibid.
[46] Ibid., p.259.
[47] Ibid:, p.262.
[48] Ibid., p.266.
[49] Es menester indicar que el término represión en el sentido Donosiano no tiene nada que ver con los significados dados por la psicología moderna. Se trata en su caso de la existencia de un Yo sublimado a supraconciencia -no subconciencia- que elige seguir la voluntad de Dios.
[50] Es decir poseían una moral. Véase el paralelo con un reciente trabajo en el área de la Política y la Futurología en la que se aboga porque la Confianza enraizada en toda tradición moral ha permitido que las comunidades que la poseían tuviesen un mayor desarrollo y crecimiento de las comunidades que carecían de ésta.
Francis Fukuyama, Confianza (Buenos Aires: Atlantida, 1996)
[51] Esta es ciertamente una ley de la Política reconocida inclusive por quienes forjaron a la Ciencia Política norteamericana, por ejemplo Robert Dahl en Modern Political Analysis (New Jersey:Prentice .Hall, 1963) quien haciendo referencia a la importancia de la Ideología (como sucedáneo de la religión) decía: “ One reason why leaders develop an ideology is obvious: to endow their lidership with legitimacy - to convert their political influence into autorithy. And it is far more economical to rule by means of authority than by means of coercion”, p.20.
[52] Donoso, Ibid., p.268.
[53] Ibid., pp. 273-274.

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